¿Qué es lo real y qué es apariencia? ¿Existimos realmente? Tenemos entendido por real todo aquello que se puede percibir por los sentidos y ha sido creado por el ser humano. El mundo que nos rodea, colores, olores, sonidos, flora y fauna, objetos y agentes atmosféricos, construyen nuestra realidad diaria. Interactuamos con nuestro entorno conforme avanzamos en el tiempo y construimos nuestra realidad con la decisión de nuestros actos….o eso queremos creer. Todo está controlado, a pesar de que podamos tener baches en nuestra «línea de realidad» (llamémosle así) con eventos dramáticos como muertes, accidentes, enfermedades etc. Todos esos factores alteran nuestro pequeño mundo que vamos creando día a día. A estos eventos los llamamos, casualidades.
Dejemos de lado el determinismo y el destino. Sacando de la ecuación ambas incógnitas, nos centraremos solamente, en los hechos reales. Nada de magia, visiones, creencias ni poderes místicos.
Antes de seguir avanzando, hay que matizar algunos conceptos filosóficos que han intentado resolver este difícil problema de la realidad:
- El Realismo metafísico sostiene la afirmación de que la realidad, el espacio contenedor y los objetos o cosas contenidas, existen fuera e independientemente del sujeto que las percibe. Y que el conocimiento que obtenemos o adquirimos a través de los sentidos (empíricamente) nos proporciona una imagen verdadera, real, del mundo.
- El Idealismo metafísico niega la existencia de la realidad. Considera que todo lo que llamamos «real» depende, exclusivamente de nuestra conciencia, de nuestras ideas. El idealismo sostiene que las ideas, la representación mental del mundo o realidad, es anterior a la materia al mundo. Que el mundo psíquico (la conciencia) es una construcción mental o idealizada. Que las ideas preceden a las cosas u objetos (materia).
- El Escepticismo sostiene la tesis de que no podemos estar seguros de que la realidad exista o no exista. Niega la posibilidad de conocer la realidad con certeza absoluta. Según esta postura filosófica no hay ningún conocimiento firme, ni puede haber una opción completamente segura de la existencia de la realidad.
- El dogmasticismo admite la posibilidad de conocer la verdad con una confianza absoluta.
- El agnosticismo defiende la relatividad del conocimiento para el pensamiento humano.
- El constructivismo viene a decir que el saber sobre el mundo (el conocimiento de la realidad) es construido, por el ser humano, ordenado, de la mejor manera posible, el flujo de experiencias, que proporciona la interacción con la realidad, en hechos repetibles, en regularidades.
- La Fenomenología elude el problema, dice que no le interesa saber si la realidad existe o no existe. Simplemente se abstiene de emitir cualquier juicio sobre la existencia del mundo, afirmativo, negativo o dubitativo. A la fenomenología le interesan los fenómenos.
Está claro que muchos de nosotros estamos entre el Realismo Metafísico y el Constructivismo. Todo existe conforme lo aprendemos y nos cuentan.
Una vez entendido de qué elementos se componen nuestro mundo, debemos empezar a plantearnos cómo procesarlo. El ser humano tiene mecanismos biológicos para ello: Cinco sentidos. Olfato, gusto, tacto, vista y oído, con los cuales desciframos todas las variables que nos afectan. Hay un sentido en particular que es muy fácil de llevar al engaño. La vista. Nuestro ojo es la mejor máquina de procesar imágenes jamás creada, que junto con nuestro cerebro, combinan millones de estímulos por segundos y los transforman en pensamientos y conceptos. Todo ese proceso se elabora de forma mecánica y no nos damos cuenta de ello la mayor parte del tiempo.
Su resolución determinada ronda los 576 megapíxeles. Los ojos tienen aproximadamente 125 millones de bastones que nos ayudan a ver las formas y 7 millones de conos que diferencian los colores. Esto hace que el ojo humano sea capaz de distinguir hasta 10 millones de colores. Claro que, luego depende de nuestro cerebro interpretarlos correctamente.
Es en este elemento óptico (ojo humano) donde reside el misterio del Universo Cuántico. La luz que nos llega del exterior (artificial o natural) rebota en los objetos que tenemos frente a nosotros, y esos mismos objetos, dependiendo de su característica física y material, desprende una longitud de onda determinada. Esa longitud de onda es recibida por nuestro ojo y el cerebro la procesa. Eso da como resultado un color, y además el concepto de «objeto» que se le ha sido asignado mediante el aprendizaje.
Nadie sabe qué es un balón hasta que le enseñan el concepto de balón y se asocia a una forma determinada. El color, es lo mismo. Le asignamos un nombre a una longitud de onda y se enseña en generaciones posteriores. La calidad de ese «color» depende siempre del receptor, por eso hay veces que se discrepa en tonalidades dependiendo de quiénes te hayan enseñado.
La paradoja.
A niveles microscópicos y por las leyes de la física, nada puede superar la velocidad de la luz (300.000km/s). Esta luz rebota en el objeto y llega a nuestro cerebro, más rápido que lo que puede procesar. Quizás el objeto esté en movimiento, cambie de color o incluso haya desaparecido, pero nuestro cerebro ha interpretado ese mensaje y lo asume por «real». Ese microscópico desfase de tiempo (casi imperceptible por el ojo humano) hace que nuestro cerebro lo rellene con información aprendida. Una cosa que tiene nuestro cerebro es que no quiere dejar ningún cabo suelto, siempre deben ir «paquetes enteros» de información para procesar. A diferencia de las inteligencias artificiales u ordenadores, este es el salto final de una inteligencia suprema, en mi opinión.
Sigamos con el ejemplo. Nuestro cerebro ha procesado la pelota, con un color que hemos aprendido y una forma que nos han enseñado. ¿Es esa la realidad total?. Si la pelota se ha movido o desaparecido ¿Sigue existiendo?. Si se deja de iluminar ¿Existe?.
Aquí empieza a ponerse interesante la cuestión. TODO lo que ven nuestros ojos, está en diferido. Es PASADO. Sí, cuanto más cerca el objeto menos sensación de pasado tenemos, pero a escala macroscópica del Universo, cuando la luz viaja desde muy lejos, casi de una galaxia muy muy lejana, el tiempo establecido para el viaje aumenta. Por lo tanto, estamos visualizando eventos ya ocurridos. Ejemplo claro el de las estrellas.
Betelgeuse, la novena estrella más brillante en el cielo y que forma parte la constelación de Orión, una supergigante roja, se acerca al final de su vida antes de convertirse en supernova, aunque no se prevé que eso suceda antes de decenas de miles de años más o menos. En octubre pasado (2019), los astrónomos de la Universidad de Villanova, Edward Guinan y Richard Wasatonic, fueron los primeros en informar del reciente oscurecimiento de Betelgeuse. En concreto, su temperatura se ha reducido en 100 Kelvin desde septiembre del 2019, y su luminosidad se ha bajado casi un 25 por ciento en el mismo período de tiempo. Según todas esas mediciones, el radio de la estrella ha crecido aproximadamente un 9 por ciento.

El viaje que ha hecho la luz desde Orión es largo, tan largo, que quizás estemos contemplando una estrella muerta desde hace ya más de 600 años atrás. Nuevamente, nuestros sentidos nos engañana con la realidad.
¿Qué es la verdad?, ¿El conocimiento es un producto de la razón o de la experiencia?
Supongamos este experimento.
Una habitación de 4 paredes, sellada de forma hermética que no deje entrar ningún tipo de filtración del exterior. Las paredes son paneles led que reflejan el color que nosotros queramos, a modo de pantallas de cine. Un espectador se sitúa en el centro de la sala y se le muestra la habitación. En un inicio las paredes son blancas.
El sujeto dirá que son de color blanco, obvio. Cambiamos a rojo y el sujeto dirá que son de color rojo. Apagamos la luz. Oscuridad absoluta. Los sentidos del sujeto no pueden percibir su «entorno real más cercano». El sujeto sigue creyendo que la habitación existe, que hay paredes y que son de coloro rojo. Aunque no lo vea, CREE que existe.
Ahora le preguntamos al sujeto de qué color son las paredes. Él dirá que de color rojo (ha sido el último que se le ha mostrado). Desde el control cambiamos el color de las paredes por azul y encendemos la luz. El sujeto percibirá el cambio de color de rojo a azul. Su realida ha cambiado. Él estaba seguro que su realidad era distinta. Desde el exterior hemos alterado la «realidad» de alguien.

¿Cuál es el nexo de unión entre nuestro cerebro y la realidad construida? Aquí parte la metafísica y la cuántica. Mientras no observamos, «la realidad se altera» hasta que no se es velada por el sujeto vigilante.
Ampliemos el experimento.
La distancia de la Tierra al Sol es de aproximadamente, 150 millones de km. A esa distancia, la luz tarda 8 minutos y 19 segundos en viajar desde el Sol hasta la superficie terrestre (datos según la Universidad de Utrecht, Holanda).
Si pudiéramos aislar la luz del Sol(Universo entero) como única fuente de iluminación, el planeta Tierra quedaría en oscuridad total. Nuestra realidad desaparecería por completo. Solo podríamos sentir la realidad por el resto de nuestros sentidos, el tacto por la gravedad es fundamental para posicionarnos en el espacio, pero si incluso pudiésemos eliminar el factor del cuerpo humano, no sentir nuestra propia existencia física, solo de pensamiento. ¿Seguimos existiendo? Es uno de los planteamientos de la mecánica cuántica. Nuestra percepción del planeta Tierra a oscuras se vería modificada conforme la luz llegara procedente del Sol.

Existen varios cubos de realidad.
- El ABSOLUTO. en donde se engloba la REALIDAD como es en sí misma. No tenemos acceso a ella. Es el quid de todo, el Nirvana o el inicio del Universo creador.
- Realidad en la que vivimos. Socialmente construida y que nos rodea. En nuestro caso, el planeta Tierra y las galaxias colindantes y visibles.
- La realidad que creamos con nuestros actos y decisiones. El día a día.
- El último cubo y más pequeño. La realidad que moldeamos en nuestra mente. Recuerdos, sueños, creaciones y artes plásticas y audiovisuales. E incluso la REALIDAD VIRTUAL.
La mecánica cuántica.
La mecánica cuántica afirma que ciertas observaciones no pueden ser predichas de forma absoluta. En cambio, hay una variedad de posibles observaciones, cada una de ellas con una probabilidad diferente. Según la teoría de universos múltiples, cada una de estas observaciones posibles equivale a un universo diferente. Los procesos aleatorios cuánticos provocan la ramificación del universo en múltiples copias, una para cada posible universo.

Resumiendo, que cada vez que observamos nuestra realidad la vamos moldeando y quizás ramificando hacia un destino en concreto. Este concepto tan romántico, es nido de sectas modernas que venden el poder de la mente como piedra angular de sus engaños como herramienta de marketing.
Puede que la realidad exista en cada plano diferente del Universo que nos ha tocado vivir. Hasta que esas realidades no se verifiquen por sí misma, seguirán en planos separados. Sólo cuando los observadores de dichas realidades sean capaces de interactuar, ambos planos podrán conectarse y ampliarse, creando una REALIDAD más ABSOLUTA.







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