Las hilanderas del destino griego: Cloto, Láquesis y Átropos.

(Las tres Moiras o El triunfo de la Muerte – 1520 d. C.).

Supongo que, para poder empezar esta entrada con todas las cartas sobre la mesa, primero tendríamos que establecer los límites de la palabra y el significado de destino.

Según la Real Academia de la Lengua:

  1. m. hado (‖ fuerza desconocida).
  2. m. Encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal.
  3. m. Circunstancia de serle favorable o adverso a alguien o a algo el destino (‖ encadenamiento fatal de los sucesos).
  4. m. Consignación, señalamiento o aplicación de una cosa o de un lugar para determinado fin.
  5. m. empleo (‖ ocupación).
  6. m. Lugar o establecimiento en que alguien ejerce su empleo.
  7. m. Meta, punto de llegada.

(Las tres Moiras – Alexander Rothaug).

Desde el momento de nuestro nacimiento, aunque nosotros no tenemos conciencia de ello, nuestros padres o adultos a nuestro cargo ya están elaborando una serie de planes sobre nuestro futuro que se van encaminando de una forma u otra según crezcamos. Sin embargo, hay condiciones que no dependen ni de ellos ni de nosotros mismos, hay en el mundo ciertos factores ingobernables e incontrolables. Nada permanece para siempre salvo el cambio. Nos gusta responsabilizar a la suerte, al fatum, de todo aquello que nos ponga la vida patas arriba.

Sin embargo, la idea de los hechos predeterminados fue un concepto muy arraigado en el imaginario griego y hay toda una mitología al respecto. A estas alturas ni siquiera debería sorprendernos, hasta el momento se han mostrado muy imaginativos. Existe pues una tensión, y no precisamente de la divertida (sexual), entre el fatum y la rebeldía propia del hombre y su necesidad de libertad y libre albedrío y digamos que se trata de ese pulso, ganado o perdido no sabemos, lo que nos diferencia de los animales. Así pues, los griegos dejan su destino en manos de tres mujeres.

Como para todo hay varias versiones, su origen puede estar entre los hijos de la noche, Nyx, o entre los descendientes de Temis y Zeus como es el caso de las Horas. Sea de una forma u otra, el caso es que el Cronida les concede el mayor poder de todos: repartir desgracia o felicidad entre los mortales. Actúan desde lo invisible y su poder es innegable incluso ante Zeus.

(Las tres Moiras – Johann Gottfried Schadow).

Son representadas como tres ancianas que hilan los días de nuestra vida y, por eso, reciben el nombre de hilanderas e incluso es muy común encontrarlas representadas de esta forma, aunque la única que se representa junto a la rueca es a Cloto y de entre sus manos salen diferentes hilos que se asocian con cada vida. En estas vidas, Láquesis actúa como la repartidora de la suerte y las desgracias hasta que llega el momento de recibir el frío contacto de las tijeras de Átropos. Esta última, a pesar de ser la más menuda, vamos, que la señora está hecha polvo, es también la más terrible ya que el corte de hilo significa la muerte.

Entonces, como dadoras de vida que son, no es de extrañar que estén implicadas también en los matrimonios (momento en el que se las relaciona con Afrodita) y en los nacimientos (solían visitar a los niños el tercer día). Para recibirlas había que cumplir una serie de requisitos: ocultar a los perros; mantener la casa en orden no fuera que les diera un ataque de TOC y decidieran que el crío había llegado lo suficientemente lejos o que no ibas a encontrar marido en tu vida; poner tres sillas o cojines para que las señoras asentaran sus posaderas mientras deliberan acerca de tu destino; y ofrenda de miel, sal, almendras y pastelitos… vamos, que hay que organizarles una merienda inglesa.

Es curioso que, aunque pueden tejer el destino de cada ser viviente sobre el mundo, no pueden hacer lo mismo con el propio y, por eso, no ven venir que poco a poco, a medida que entra el periodo helenístico en la sociedad, la frontera entre los dioses que se encargan de la venganza, la muerte y la justicia se vuelve más difusa y se van separando del destino por lo que, incluso ellas, tan poderosas, llega un momento en el que son delegadas a las tierras de Hades.

Esquilo propone un concepto de destino más ético que comienza a ser compatible con la necesidad humana de libertad y libre albedrío pues la responsabilidad cae sobre la justicia de Zeus, para bien o para mal.

Y es este tipo de destino en el que la escritora cree. Hay que tener en cuenta que dado mis creencias es casi imposible no considerar el destino como algo posible por tanto esta es mi visión, mi interpretación, aquello con lo que yo vivo en armonía. El destino no es una línea fija, como todo el mundo parece considerar, el destino te ofrece las posibilidades de acción según qué decisión tomes porque cada opción tiene una consecuencia inevitable lo veamos o no, y es la existencia de esa consecuencia lo que marca que algo hay. De esta forma el concepto de destino y la necesidad humana y egocentrista de pensar que somos dueños de nuestro albedrío no son mutuamente excluyentes por lo que no entran en conflicto. Es como una danza. Nos pasamos toda la vida bailando entre opciones y consecuencias.

Después de tremenda paja mental que les acabo de contar, volvemos a lo que sé y vamos a analizar la siguiente obra de arte porque me parece sublime. De nuevo, aclarar que esta es MI interpretación personal que igual coincide con la intención real de la artista e igual no. Al lío:

(El puente de la vida – Regina Freyman).

En este cuadro se juntan la Muerte y el Nacimiento, mediante la Vida (los matrimonios) que podemos observar encima del puente:

Y también algunos personajes ya conocidos por mis lectores como pueden ser Afrodita, Atlas (del que no hemos hablado aún, pero lo haremos), Hermes y, quizás, Hestia

Si bien es cierto que a la única Moira que vemos claramente es a Átropos con unas tijeras al lado de la barca donde se encuentra la Muerte,

en el resto de la composición podemos observar hilos que van de un lado a otro enlazando a las personas

y entonces aparece una rueca y junto a esa rueca tiene que estar Cloto sí o sí,

nos falta entonces localizar a Láquesis. ¿Puedes verla?

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