Osiris, rey de la eternidad y señor de lo eterno.

Resulta y acontece que, de forma equivocada, el dios egipcio en el que pensamos cuando tratamos sobre la muerte es Anubis… probablemente por culpa de Hollywood y la cultura popular, pero resulta que no, Anubis no es el dios de los muertos, aunque sí su mano derecha. Sin embargo, eso lo veremos más adelante, ahora nuestra prioridad es Osiris y toda la artimaña de venganzas y traiciones que se perpetuó a su alrededor.

Se trataba de un dios fácilmente identificable tanto en los papiros como en los jeroglíficos de las paredes pues siempre estaba vestido con ropajes blancos, con barba y llevando en sus brazos cruzados el cayado, la fusta y, a veces, el cetro como signos de autoridad y gran poder. Sobre su cabeza, lleva la corona blanca del Bajo Egipto o la corona atef que combinaba la corona blanca con dos plumas. El color de su piel también nos da información acerca de los atributos que representa ya que a veces es una momia, pero otras tiene la piel negra para sugerir la muerte o verde para evocar la resurrección y la vegetación (tal como era Plutón para los romanos). Era juez de almas y solía aparecer sobre la plataforma de Maat o sentado en un trono flotante sobre el agua del que brotan flores de loto.

Entonces, ¿cómo llega Osiris a convertirse en el dios de los muertos teniendo en cuenta que fue un gobernante muy afortunado que enseñó a los hombres a cultivar los campos para que abandonaran la barbarie? Por culpa de Seth. Ay, las envidias y rencores familiares, qué malas son siempre, ni siquiera los dioses están a salvo de la sangre podrida en la familia que no podemos elegir. Seth asesina a su hermano y lo mete en un ataúd que tira al Nilo. Isis, su hermana y esposa, lo busca desesperada hasta que da con él. ¿Se detiene Seth? No, la persigue hasta que de nuevo lo encuentra y lo despedaza, tirando cada parte de su cuerpo en un lugar diferente del río, obligando de esta forma a Isis a llevar a cabo una exhaustiva búsqueda por todo el Nilo. Los encuentra, porque pocas cosas se resisten a una mujer enamorada y furiosa, y Anubis y Toth lo recomponen, vendando cada parte y restaurando de esta forma su cuerpo… a partir de ese momento, Osiris se erige como el rey del mundo subterráneo.

Osiris e Isis tuvieron un hijo, Horus, que para entonces ya había alcanzado la madurez y pondría en marcha los engranajes de la venganza. Sin embargo, esa es también otra historia, porque si bien Osiris es uno de los dioses más fáciles de identificar, Horus es todo lo contrario.

Osiris fue respetado por todos los dioses egipcios, menos por Seth, era el encargado de recibir los informes sobre las almas a medida que avanzaban por los peligros del mundo inferior en la barca de Ra hasta alcanzar el juicio final que determinaría el destino del alma donde normalmente es ayudado por Isis y Nephthys (esposa de Seth) y asesorado por Thot y Horus. Anubis era el encargado de la embalsamación de los cuerpos y, por tanto, el ayudante principal de Osiris.

Debido a las circunstancias de su muerte fue identificado con el río, las crecidas anuales, y las crecientes cosechas, de la vegetación. Relacionado con los cereales que alimentaban a los dioses de la Heliópolis, así como a los humanos; cuando cambiaba su estado a liquido el grano se convertía en cerveza que era sagrada tanto para uno como para otros.

En los muros del templo de Dendera (levantado por Seti y Ramsés II) encontramos la representación del Festival de Khoaik que giraba en torno a una efigie del dios, recubierta de oro y rellena con arena y grano. Cuando las aguas del río retrocedían la efigie era bañada de forma diaria durante tres días en las guas del Nilo y en el día 24 del mes de Khoiak se clocaba en un sarcófago y se depositaba en una tumba, pero no la enterraban hasta el día 30. Esos 7 días de retraso representan los 7 días que Thot ganó para Nut y en los que se produjo la gestación del dios y de sus hermanos. El último día, el rey y los sacerdotes alzaban un pilar djet -un símbolo fálico que representaba el rejuvenecimiento y fortaleza de Osiris- pues nacía y cuidaba la tierra un año más.