En algún momento de nuestra vida hemos imaginado cómo sería ser inmortal. Tener una vida infinita en el tiempo. Basta decir que esos deseos grandiosos solo ocurren imaginando escenarios positivos en un ambiente feliz. Nadie quiere ser inmortal teniendo una enfermedad crónica o con graves problemas personales. Eso, sería la mayor de las pesadillas.

Con el paso de los siglos, la raza humana ha visto aumentada su esperanza de vida. El dominio del fuego en los albores de la humanidad fue un gran salto, al igual que el avance en los útiles de labranza. Esto mejoró las cosechas y por ende la alimentación. Pero realmente el gran salto fue por los avances en el campo de la medicina, las vacunas y la elaboración de nuevos medicamentos han sido fundamentales para combatir nuevas enfermedades, plagas y pandemias.

Tabla 1: En el período paleolítico era difícil llegar a los 30 años. En Roma y Grecia, épocas clásicas, debido a las guerras, la esperanza de vida disminuyó. Al igual que en 1900 por las dos guerras mundiales.

Tabla 2: Listado de países de mayor longevidad. Japón lidera la lista.

Tabla 3: Japón y su super población está siendo controlada, solo hay que ver que a partir de 2007 la tasa de mortalidad empieza a superar a la tasa de natalidad. Se está convirtiendo en un pueblo anciano. Mucho tiene que ver su política de querer solo a hombres dentro de la línea de descendencia.

La ansiada inmortalidad se ha ofrecido desde cualquier religión (cielo, Valhalla, paraíso) ya seas católico, musulmán o budista. La esperanza de vivir más allá de la muerte es una cuestión de fe. Dentro de la cultura popular se han introducido multitud de elementos que han sido místicos y fuente de leyendas para conseguir la inmortalidad. Entre ellas cabe destacar el poder del santo Grial de la iglesia católica. Grial donde Jesús realizó la última cena y que se le atribuye gran fuente de poder, entre ellas, la inmortalidad. Los nazis, entre sus muchas peripecias y locuras para ganar la guerra, estuvieron buscándolo como arma definitiva.

Los científicos se han puesto manos a la obra realizando diferentes experimentos y una misma misión: La inmortalidad humana. (al menos el alargamiento de la vida a límites insospechados).La biomecánica es una rama de la ciencia que junto a la robótica, rama de la ingeniería informática, podrían tener la solución a los desperfectos humanos. Ya existen personas con prótesis de brazo y piernas.

Quizás el futuro nos lleve a esto, a seres humanos cada vez más tecnológicos e informatizados. Lo cual plantea la eterna cuestión: ¿Hasta cuando seremos conscientes de nuestra humanidad conforme sustituyamos piezas de nuestro cuerpo biológico?

Otro ejemplo que también se está llevando a cabo, es el intento de transposición de la mente humana a otro cuerpo sano, en caso de fallecimiento. El intercambio de cuerpos es algo plausible hasta ciertos niveles a corto – largo plazo. De hecho hay empresas que están crionizando cuerpos de adinerados clientes para en un futuro no muy lejano poder resucitarlos en otras fundas corporales. Esta idea es el fundamento del libro de ciencia ficción, Carbón alterado de Richard Morgan, convertido ahora en serie en Netflix.

Pero sin duda la solución final será la clonación humana. La duplicación exacta de todas las células del cuerpo a un estado y de perfecta salud, anterior a la muerte. La clonación ya existe desde hace años (oveja Dolly) que fue el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Sus creadores fueron los científicos del Instituto Roslin de Edimburgo, Ian Wilmut y Keith Campbell. Las leyes morales y éticas han paralizado estos experimentos en humanos. Por ahora solo se clonan células reparadoras y pequeños órganos o trazas de piel humana.

Poniéndonos en el hipotético caso de que ocurra la inmortalidad del ser humano o al menos se alargue la vida demasiado el umbral, el problema básico es hacerlo de forma sostenible y equilibrada con el medioambiente. Cosa bastante improbable viendo el ritmo que llevamos de destrucción para la obtención de materias primas. El desequilibro del entorno en un sistema natural siempre lleva al caos y destrucción para poner a cero el «contador». Las eras glaciares y accidentes geológicos son ejemplo de ello.

Hilando muy fino y poniéndome en la piel de Fox Mulder (X-files) diría que la mejor forma y efectiva de invasión alienígena y su consecuente aniquilación, sea desde dentro. Creando elemento clonados que sustituyan a los huéspedes y así poder desplazarlos. En el cine esa idea comenzó con películas como «La invasión de los ultracuerpos» partiendo de un libro de Jack Finney.

Ahora desde Netflix, Alex Garland , acaba de adaptar la trilogía de Annihilation, donde Natalie Portman es una científica que estudia la biología molecular y se adentra en un misterioso resplandor que se forma tras la caída de un meteorito. Nada parece lo que es y todo forma parte de un plan maestro con un final superior.