El Bigbang (no confundir con el reloj BigBen de Londres) es lo que los físicos denominan el comienzo del universo. En resumidas cuentas, es una gran explosión la cual generó el comienzo del tiempo y del espacio. Si, antes no existía nada, y la pregunta es ¿Si antes no existía nada, cómo pudo producirse algo? Complejo, o no, la «inexistencia» era más antigua que el mismo Tiempo y el Espacio. Y para enredar aún más los conceptos, los físicos apuntan que el universo se creó a partir de esa infinitésima «singularidad» (partícula es incorrecto) generando la suficiente energía para que apareciera el Universo como hoy en día lo conocemos. Todas las estrellas, planetas, asteroides, lunas, agujeros negros y demás basura espacial, que no conocemos aún, se originaron a partir de una explosión diminuta.
Lo más parecido en el mundo actual, y a lo que nos atañe en esta introducción, es cómo una simple idea puede generar una sucesión de líneas, palabras y párrafos, hasta dar vida una novela literaria. Partiendo de una vaga reseña en un periódico local en la sección de Ciencia (no cito fuente) se me ocurrió escribir acerca de un experimento que estaban realizando las agencias aereoespaciales, el experimento se llamaba: MArs 500
Y un Bigbang estalló en mi cabeza. Un simple post-it amarillo (si , ese que utilizas para apuntar la lista de la compra) fue suficiente para guardar la idea y apartarla durante un tiempo. Transcurrido un tiempo prudencial (digamos años luz comparado con la vida de un mosquito) empecé a gestar Meteora. Investigué y me asesoré mediante los mejores científicos. Gracias a la NASA por tener sección en español en su web.
Un año y meses más tarde, di final a mi primera novela de ciencia ficción. Un terror cósmico procedente de lo más profundo y oscuro del universo, ese mismo universo que cada día se expande infinitamente y se aleja de nosotros y que cada día está más cerca su bigcrunch (extinción)






Deja un comentario