El dios Ninigi y las dos hermanas.

Una vez que descendió del cielo, el dios Ninigi, se puso a caminar por la costa del país y se encontró con una joven que lo encandiló con su belleza. Esta joven no es otra que Kono Hana, hija del dios Oyama y hermana menor de Iwa Naga… a quien él desea hacer su mujer.

Cuando le transmite sus dedos al dios Oyama, este, loco de contento, manda a sus dos hijas acompañadas de cien mesas de ofrendas de comida y bebida. Sin embargo, la hija mayor, Iwa Naga, no es del agrado de Ninigi, pues resultó ser tan poco agraciada que asustó al dios y decide devolvérsela a su padre.

La hermana mayor se sintió, evidentemente, muy ofendida, pues si el dios la hubiera elegido a ella sus hijos habrían sido longevos y resistentes como rocas, pero al escoger a Kono Hana, los hijos que tengan y sus descendientes tendrán vidas breves como las flores de los árboles.

De hecho, el dios Ninigi dejó embarazada a Kono Hana en la primera noche de bodas y, cuando ella se lo comunica, se muestra incrédulo pues vale, sí, es el nieto del Cielo, pero ni siquiera él puede ser tan próspero. Así que la acusa de infiel por lo que la diosa se ofende aún más profundamente de lo que pudo ofenderse Iwa Naga. Y, sumamente avergonzada e indignada, ordena que le construya una cabaña de parto sin puertas. Reta a su esposo diciéndole que si su hijo es de una deidad terrenal el parto será desgraciado, pero, si es de Ninigi, todo saldrá bien. Así pues, como era costumbre en Japón, coge y se encierra en la cabaña, momentos antes de dar a luz le prende fuego por los cuatro costados porque dramática se nace, no se hace.

Cuando el fuego empieza a brillar salta fuer aun niño llamado Ho no Akari que anuncia ser hijo del nieto del Cielo.

Cuando el fuego está aún más vivo salta otro niño llamado Ho no Susori que hace el mismo reclamo.

Cuando las llamas perdían más fuerza el siguiente niño que salta se llama Ho no Ori.

Por último, cuando Kono Hana se aparta del fuego, salta un cuarto niño llamado Kikoho no Demi.

Cuatro hijos en total, todos sanos y salvo, a quienes la propia diosa corta el cordón umbilical usando un cuchillo de bambú que, al tirarlo lejos, nace un soto de bambú llamado Takaya.

La princesa Isuke Yori y el emperador Jimmu.

Jimmu, tataranieto del dios Ninigi, estimó necesario tomar por esposa una emperatriz, después de afianzarse en el poder, y así establecer alianzas con los clanes sometidos.

Uno de sus consejeros le habló de una joven descendiente de la princesa Seya Datara que era tan, tan, pero tan bella que el dios Okuni Nushi se enamoró de ella a primera vista. Un día, cuando la princesa Seya Datara hacía sus necesidades, el dios se convirtió en una flecha roja (al más puro estilo griego… sí, Zeus, hablo de ti). La flecha bajó por el canal de la letrina donde estaba la princesa y la punzó en sus genitales. Asustada y dolorida, Seya Datara huyó hasta conseguir arrancarse la flecha de sus partes íntimas. Cuando lo puso en su dormitorio, extrañada por el acontecimiento, la flecha recuperó la forma de un joven muy apuesto que la tomó por esposa. La hija de ambos se llama Isuke Yori, una mujer digna de un emperador.

El consejero la localizó un día que la princesa fue a pasear con siete de sus doncellas y avisó al dios Jimmu para que la viera, maravillado por Isuke Yori instó a su consejero para que transmitiera sus intenciones a la princesa quien acepta las intenciones del nuevo emperador.

Vivía Isuke Yori al lado del río Sai, donde Jimmu la visita y pasa allí una noche. Los hijos que tiene con ella son tres y, el último, sería el sucesor del trono de su padre.

La conjura de Saho Biko.

El príncipe Saho Biko era ambicioso y quería hacerse con el Imperio para ascender a la felicidad (subir al trono) junto con su querida hermana a quien preguntó si su amor era más fuerte por él o por su esposo el emperador. Intenta venderle la moto diciéndole que su belleza nunca será suficiente pues cuando se marchita el amor del hombre pesa y que más le valdría unirse a él durante mil años y le da una daga de empuñadura roja para que degüelle a su marido. La emperatriz vacila, pero no quiere contrariar a su hermano, así que guarda la daga.

Pasan y pasan los días y ella no ve oportunidad de llevar acabo su injuria hasta que una tarde el emperador se duerme sobre sus rodillas y se le presenta el momento perfecto. Tres veces levantó la daga y tres veces la bajó acobardada y movida por una angustia tan grande que las lágrimas rodaron por sus mejillas y resbalaron hasta caer sobre el rostro de su emperador quien despierta por fin y le cuenta que ha tenido un sueño muy extraño:

Una pequeña serpiente roja se me enroscaba en el cuello y empezaba a llover con fuerza en dirección de Saho y el agua me mojaba el rostro.

Entonces, la emperatriz se postró toda temblorosa a sus pies y le confiesa las intenciones de su hermano y cómo ha sido cómplice de su conjura pues se vio incapaz de decirle que no, pero también de cumplir su cometido y derrumbar los templos de la tierra y los cereales (el Estado). Sin embargo, solo veía y sentía angustia allá donde mirase.

El emperador no la considera culpable, pero ordena a sus guardias al mando de Yatsunada que apresaran y mataran a Saho Biko que se enclaustra en una fortaleza de espigas de arroz junto a un grupo de leales.

Ella sigue sintiéndose culpable de la caída de su hermano y acude a su esposo para entregar a su primogénito, a quien le pide que eduque como se merece, pero le ruega que le deje ir junto a su hermano a la fortaleza que van a prender fuego… pues quiere morir con él.

Así ambos mueren quemados.

Si deseas conocer los inicios de lacreación de la mitología de Asia, te dejo enlace aquí.

Parte I

Parte II

Parte III


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