Hablar de Woody Allen es adentrarse en uno de los corpus autorales más extensos, reconocibles y, a la vez, más controvertidos del cine contemporáneo. Con más de cinco décadas de actividad ininterrumpida, Allen ha construido una filmografía que funciona casi como un diario personal filmado: obsesiva, reiterativa, brillante en sus picos y discutible en sus valles, pero siempre marcada por una voz inequívoca. Desde la crítica especializada, su figura se analiza tanto por la coherencia de su universo creativo como por su capacidad —o resistencia— a adaptarse a los cambios culturales e industriales de Hollywood y del cine mundial.

Un director que convirtió el miedo, la culpa y la ironía en estilo, y que, como él mismo escribió, siempre filmó con la sospecha de que “la vida se divide entre lo horrible y lo miserable… y lo horrible se acaba demasiado rápido”.

¿Quién es Woody Allen?

Allen nació con el nombre de Allan Stewart Konigsberg en el distrito de Brooklyn de Nueva York el 30 de noviembre de 1935. Él y su hermana, Letty, se criaron en Midwood, Brooklyn. Es hijo de Nettie, contable de la tienda de delicatessen de su familia, y Martin Konigsberg, un grabador de joyas y camarero.​ Su familia era judía, y sus abuelos emigraron a los Estados Unidos desde Rusia y Austria y hablaban yiddish, hebreo y alemán.​

Su infancia no fue particularmente feliz; sus padres no se llevaban bien, y él tenía una relación difícil con su madre severa y temperamental. Allen hablaba alemán en sus primeros años. Más tarde bromeó diciendo que cuando era joven a menudo lo enviaban a campamentos de verano interreligiosos. Mientras asistía a la escuela hebrea durante ocho años, asistió a la Escuela Pública 99. Para ganar dinero, escribió chistes (o «bromas») para el agente David O. Alber, quien los vendía a columnistas de periódicos. A los diecisiete años cambió legalmente su nombre al de Heywood Allen y más tarde comenzó a llamarse Woody Allen.

Cuando Allen escribía para otros comediantes, usaban ocho de cada diez de sus chistes. 

Woody Allen en The Tonight Show protagonizado por Johnny Carson en junio de 1964

Del gag visual al autor neurótico.

Los primeros trabajos de Allen en los años 60 y principios de los 70 (Take the Money and Run, Bananas, Sleeper) lo sitúan claramente en la tradición de la comedia slapstick y el humor judío neoyorquino, heredero de los hermanos Marx y Bob Hope, pero pasado por el filtro intelectual de un cómico obsesionado con Freud, el existencialismo y la cultura pop. Son películas de ritmo endiablado, formalmente desinhibidas y narrativamente anárquicas, donde ya se intuye una voluntad autoral que va más allá del simple gag.

Fielding Mellish (Woody Allen) es un torpe y tímido catador de productos que, abandonado por su novia, la sensual y atractiva Nancy, decide cogerse unas vacaciones y pasarlas en la pequeña República de San Marcos. Pero lo único que consigue es verse envuelto en un sinfín de líos burocráticos en un país dominado por la guerrilla. Todo se complica, después de la conquista del poder por los guerrilleros, su líder se vuelve completamente loco.

«Todos los ciudadanos de San Marcos deben cambiarse la ropa interior cada hora y media. La ropa interior debe llevarse por fuera para que se pueda comprobar».

Bananas (1971)

El punto de inflexión llega con Annie Hall (1977), una obra que no solo redefine su carrera, sino que se convierte en uno de los hitos fundacionales de la comedia romántica moderna. Allen abandona el chiste continuo para abrazar una narrativa fragmentada, introspectiva y emocionalmente honesta. La película gana cuatro Oscars y consolida al cineasta como algo más que un cómico brillante: un autor capaz de traducir neurosis privadas en experiencias universales.

Las relaciones son como los tiburones: tienen que avanzar constantemente o mueren”, dice Alvy Singer en el film, una frase que resume tanto su visión del amor como su propio cine: en perpetua huida hacia adelante.

La consagración: Bergman en Manhattan.

Con Interiors (1978) y, sobre todo, Manhattan (1979), Allen se lanza abiertamente a un diálogo con el cine europeo, en especial con Ingmar Bergman y Federico Fellini. Manhattan, fotografiada en un blanco y negro icónico por Gordon Willis, es quizá la cristalización más perfecta de su ideal estético: Nueva York como estado mental, el amor como conflicto irresoluble y la cultura como refugio ante el caos emocional.

Desde el punto de vista formal, Manhattan marca un salto estético decisivo en su filmografía. El uso del formato panorámico, la composición cuidada de los planos urbanos y el ritmo pausado del montaje revelan la influencia del cine europeo, especialmente de Bergman y la Nouvelle Vague, pero reinterpretados desde una sensibilidad neoyorquina. La famosa secuencia inicial, con Isaac intentando escribir la frase perfecta sobre la ciudad, define el tono de la película: romántico, autocrítico y deliberadamente idealizado.

Sin embargo, Manhattan también es una obra incómoda, incluso problemática, vista desde una perspectiva contemporánea. La relación entre Isaac y Tracy, una adolescente de 17 años, plantea tensiones éticas que hoy generan una lectura crítica inevitable. Esta ambigüedad moral no está plenamente cuestionada dentro del relato, lo que convierte a la película en un objeto de análisis complejo, donde el brillo formal convive con zonas oscuras difíciles de ignorar.

La actriz Mariel Hemingway, tenía 18 años en ese momento

Durante los años 80, Allen alterna comedias y dramas con una regularidad casi industrial, pero manteniendo un nivel creativo notable. Títulos como Hannah and Her Sisters, Crimes and Misdemeanors o The Purple Rose of Cairo revelan a un cineasta obsesionado con la moral, el azar, la culpa y la fragilidad de la felicidad. La crítica suele señalar esta etapa como su edad dorada: películas que combinan sofisticación intelectual con accesibilidad emocional, sin caer en la autocomplacencia.

El método Allen: una película al año.

Uno de los rasgos más analizados por la crítica es su método de trabajo casi inalterable: presupuestos modestos, rodajes rápidos, control creativo absoluto y una cadencia anual de estrenos. Este sistema, celebrado por medios como Variety o The Hollywood Reporter por su eficiencia, también ha sido objeto de críticas: la abundancia de títulos ha generado una filmografía irregular, donde obras menores conviven con auténticas joyas.

En los años 90 y 2000, Allen entra en una fase de reinvención parcial. Películas como Match Point (2005) marcan un sorprendente renacer creativo, esta vez en clave de thriller moral, con Londres como nuevo escenario y un tono más sombrío y determinista. La crítica recibe el film como una demostración de que Allen, incluso lejos de Manhattan, sigue siendo capaz de afinar su discurso sobre el azar y la responsabilidad ética.

Europa, nostalgia y crepúsculo.

Su etapa europea —Vicky Cristina Barcelona, Midnight in Paris, Blue Jasmine— refuerza su condición de autor global, capaz de adaptar su voz a distintos paisajes culturales sin perder identidad. Midnight in Paris destaca especialmente por su ligereza melancólica y su reflexión metacinematográfica sobre la nostalgia, uno de los temas recurrentes de su obra tardía.

Sin embargo, en la última década, la recepción crítica de Allen ha estado inevitablemente condicionada por las polémicas extracinematográficas que han afectado a su figura pública. Esto ha generado un debate complejo en la crítica especializada: ¿es posible —o legítimo— separar la obra del autor?

Balance cinematográfico.

Desde una perspectiva estrictamente cinematográfica, Woody Allen permanece como uno de los grandes autores del cine moderno: un creador obsesivo, reconocible al primer plano, capaz de convertir la conversación intelectual en acción dramática y la neurosis en motor narrativo. Su cine no siempre envejece bien, ni pretende hacerlo, pero su influencia en la comedia contemporánea y en el cine de autor anglosajón es incuestionable.

Allen es, en definitiva, un cineasta que ha filmado el miedo al vacío, al fracaso emocional y al paso del tiempo con una constancia casi terapéutica. Un autor que, para bien o para mal, ha hecho de su voz interior una filmografía entera, y cuyo lugar en la historia del cine seguirá siendo objeto de debate, revisión y, sobre todo, análisis crítico.

Sus personajes icónicos.

Woody Allen suele construir personajes muy reconocibles que se repiten, con variaciones, a lo largo de su filmografía. Un breve análisis de los más típicos sería el siguiente:

  1. El intelectual neurótico
    Es quizá el personaje más emblemático. Generalmente es un hombre urbano, inseguro, hipocondríaco, obsesionado con la muerte, el psicoanálisis, el sexo y el sentido de la vida. Usa el humor como defensa ante sus miedos y fracasos emocionales. Aparece claramente en películas como Annie Hall, Manhattan o Hannah and Her Sisters.
  2. La mujer independiente pero vulnerable
    Suele ser inteligente, creativa y con deseo de autonomía personal, aunque atraviesa conflictos afectivos y de identidad. Muchas veces funciona como contrapunto del protagonista masculino. Ejemplos claros son Annie en Annie Hall o Cecilia en La rosa púrpura de El Cairo.
  3. El artista frustrado o inseguro
    Escritores, guionistas, músicos o cineastas que dudan constantemente de su talento y de su lugar en el mundo. Este personaje refleja la ansiedad creativa y el miedo al fracaso, como en Deconstructing Harry o Celebrity.
  4. El cínico desencantado
    Personaje que observa la vida y las relaciones con ironía y pesimismo, convencido de que el amor y la moral son frágiles o ilusorios. Aporta una visión amarga del mundo, presente en películas más oscuras como Crimes and Misdemeanors o Match Point.
  5. El soñador escapista
    Alguien que huye de una realidad insatisfactoria refugiándose en la fantasía, el arte o el amor idealizado. Representa el deseo de evasión frente a una vida mediocre, como en La rosa púrpura de El Cairo o Midnight in Paris.

Las mejores películas de Woody Allen (consenso crítico)

1. Annie Hall (1977)

La obra fundacional de la comedia romántica moderna. Revolucionaria en su estructura narrativa, emocionalmente honesta y culturalmente influyente. Para muchos críticos, su obra maestra definitiva.

2. Manhattan (1979)

Estética icónica, fotografía legendaria y una carta de amor —problemática y fascinante— a Nueva York. Es el film que cristaliza el “universo Allen”.

3. Hannah and Her Sisters (1986)

Su película más equilibrada: coral, cálida y profundamente humana. Ganadora de tres Oscars y habitual en el top 3 de su filmografía.

4. Crimes and Misdemeanors (1989)

La síntesis perfecta entre comedia neurótica y tragedia moral. Allen dialogando directamente con Dostoievski y Bergman desde Brooklyn.

5. The Purple Rose of Cairo (1985)

Una de sus obras más puras y cinéfilas. Metacine, melancolía y romanticismo con una sencillez engañosa.

6. Match Point (2005)

Su gran renacimiento creativo en los 2000. Thriller moral seco y determinista que sorprendió a crítica y público.

7. Midnight in Paris (2011)

Ligera, nostálgica y encantadora. Su película tardía más celebrada y una reflexión accesible sobre el pasado idealizado.

8. Blue Jasmine (2013)

Drama contemporáneo con una Cate Blanchett monumental (Oscar). Allen demostrando que aún podía dialogar con el presente.


Las películas más rentables de Woody Allen

Nota crítica importante: Allen siempre trabajó con presupuestos modestos, por lo que la rentabilidad se mide en relación coste/beneficio, no en cifras absolutas tipo Hollywood mainstream.

1. Midnight in Paris (2011)

  • Recaudación mundial: ~150 millones de dólares
  • Presupuesto: ~17 millones
    Su mayor éxito comercial absoluto
    Un fenómeno internacional, especialmente en Europa.

2. Vicky Cristina Barcelona (2008)

  • Recaudación: ~96 millones
  • Presupuesto: ~15 millones
    El atractivo del reparto (Cruz, Bardem, Johansson) amplió su público global.

3. Match Point (2005)

  • Recaudación: ~85 millones
  • Presupuesto: ~15 millones
    Gran éxito internacional que relanzó su carrera.

4. Annie Hall (1977)

  • Recaudación: ~38 millones (en su estreno original)
  • Presupuesto: ~4 millones
    En términos relativos, una de las más rentables de su carrera.

5. Hannah and Her Sisters (1986)

  • Recaudación: ~40 millones
  • Presupuesto: ~6 millones
    Éxito sólido en EE. UU. y prestigio crítico.

6. Manhattan (1979)

  • Recaudación: ~45 millones
  • Presupuesto: ~9 millones
    Clásico de largo recorrido en reestrenos y home video.

7. Blue Jasmine (2013)

  • Recaudación: ~99 millones
  • Presupuesto: ~18 millones
    Uno de sus dramas más exitosos en taquilla.

Influencias

Allen ha dicho que fue influenciado enormemente por los comediantes Bob Hope, Groucho Marx, Mort Sahl, Charlie Chaplin, W. C. Fields, el dramaturgo George S. Kaufman, los cineastas Ingmar Bergman y Federico Fellini.​

Muchos comediantes han citado a Allen como una influencia, incluidos Louis CK, Jon Stewart, Chris Rock, John Mulaney, Bill Hader, Aziz Ansari, Sarah Silverman, Seth MacFarlane, Seth Meyers, Bill Maher, Larry David, Albert Brooks John Cleese y Garry Shandling.​

Los cineastas que han citado a Allen como influencia incluyen a Wes Anderson, Greta Gerwig y Noah Baumbach.​


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