Lamentablemente esta palabra está muy de moda ahora mismo por causas ajenas a nosotros, los casos del coronavirus COVID-19, que se han multiplicado por todo el mundo, ha despertado una sensación de miedo y terror que pocas veces nos toca de cerca. Pero realmente ¿Qué es el miedo?

Según la RAE:

Del lat. metus ‘temor’.

1. m. Angustia por un riesgo o daño real o imaginario.

2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

Ese sentimiento real o no, genera cambios en nuestro organismo:  se incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. El sistema inmunitario se detiene (al igual que toda función no esencial), la sangre fluye a los músculos mayores (especialmente a las extremidades inferiores, en preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina). También se producen importantes modificaciones faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la visión, dilatación de las pupilas para facilitar la admisión de luz, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente»»(Wikipedia)

Pero lo importante no es la gestión biológica que realiza nuestro cuerpo cuando se encuentra en una situación de peligro inminente, por suerte en el mundo civilizado, pocas son las veces en las que nos vemos inmersos con elementos tan drásticos. El tema principal es la «gestión del miedo», el miedo psicológico y sus efectos, la aparición de la ansiedad. Ese sentimiento está estrechamente relacionado con el miedo y el temor, es lo que se mantiene en el tiempo y lo que nos hace tanto daño.

libros-gestion-del-miedo-L-VcqKMq

Sobrevivir a un acto terrorista, atentado, accidente de coche, de avión, un secuestro o tan simple como una pesadilla o una escena de una película, puede arruinar todo nuestro sistema lógico y de valores. Bajo la ansiedad se pueden cometer muchas «locuras» o irracionalidades e incluso creerse las más disparatadas historias con tal de dar credibilidad a la raíz de su problema.

1434457276_1345570770240(Psicosis 1960, Alfred Hitchcock)

Las leyendas más fantasiosas son fuentes donde emergen todo tipo de miedos: chupacabras, trolls, hombres del saco, fantasmas, Bigfoot, Yeti y otros animales sobrenaturales. Incluso la religión, esa doctrina que debe enseñarnos a ser mejores personas,  amar al prójimo y a ser benevolentes, nos inculca el miedo mediante castigos (ya no físicos, por la inquisición) pero si castigos mentales y de remordimientos. El infierno siempre nos acecha, el mal nos vigila y nos tienta. Un limbo de fuego y azufre si no eres lo suficientemente católico, cristiano, musulmán, judío, ortodoxo o cualquier culto que profeses.

Todos compartimos ese miedo a morir solos y sin pertenecer al grupo.

El miedo cambia y tiene mutaciones. Generaciones distintas tienen preocupaciones distintas. El miedo del siglo XXI, quizás sea el control absoluto tecnológico, la falta de libertad de expresión, la extrema derecha, el ecosistema, el crecimiento de movimientos migratorios, el pin parental, la identidad de género o la aparición de nuevos virus mutados. Paradójicamente, en un mundo cada vez más conectado y cercano, debido a las redes sociales e internet, los seres humanos se sienten más vacíos, tristes y ariscos que nunca. Los extremismos parecen ser la hoja de ruta de la política internacional. Divide et impera (pronunciado: diuíde et impéra, «divide y domina») fue usado por el gobernante romano Julio César y el emperador francés Napoleón. En política se utiliza para definir una estrategia orientada a mantener bajo control un territorio y/o una población, dividiendo y fragmentando el poder de las distintas facciones o grupos allí existentes, de tal manera que no puedan reunirse en pos de un objetivo común. En sociedades fragmentadas por el odio vertido desde los atriles de un Congreso o en redes sociales, es muy factible generar una ruptura social.

Parece ser que el lema de este milenio es; Elige un bando y odia.

Según Mark Zuckerberg, dueño de Facebook(META se llama ahora), se ha comprometido a » continuar mejorando nuestras herramientas para proporcionarnos el poder de compartir nuestra experiencia» (Cita textual). En 2017 Zuckerberg puso en marcha un plan ambicioso, iniciando un proyecto, mediante Inteligencia Artificial, «la red social mejoraría la sugerencia de grupos a los usuarios para ayudar a millones de personas a unirse a comunidades que merecen la pena… para fortalecer el tejido social y así el mundo estará más conectado» (cita textual)

twitter-292994_1920

Lo que propone Facebook no está mal, pero una herramienta mal usada puede generar más problemas que soluciones. La sombra de la dictadura tecnológica está muy cerca si dejamos que empresas multimillonarias que manejan nuestros datos más íntimos, nos guíen por los senderos de grupos sociales que ellos creen que nos convienen. Al final estaremos siendo manipulados de forma subrepticia y creando nichos de opiniones iguales y viciadas. Lejos quedaría el debate con su finalidad más sana; El aprendizaje. El agrupamiento de millones de personas en fines comunes y bondadosos, como quiere Facebook, suena utópico, puesto que esa misma red social, se dedica a la venta de datos al mejor postor, para manipular elecciones o revueltas sociales por todo el mundo. El Big Data es el negocio del futuro.

Para resumir, debemos cambiar y ser positivos con el entorno que nos rodea, empezar a amar y a ser responsables de nuestras elecciones diarias. 

No nos definen nuestras palabras, nos definen nuestros actos, y el miedo, se puede derrotar


Descubre más desde la paradoja literaria

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Tendencias