(Orfeo, el encantador de animales – Roelandt Jacobsz).
Los protagonistas del mito de hoy son dos personajes en los que nunca pensamos de forma individual. Es decir, si recuerdas a uno, recuerdas al otro. Son indivisibles, pero vamos a tratar de conocerlos un poco antes del mito que les otorga la fama, antes de que no pudiesen vivir el uno sin el otro.
En primer lugar, tenemos a Orfeo, célebre rapsoda de Tracia, hijo del dios Eagro y de la musa Calíope quien le enseña el arte de la música. Siendo innovador y no contento con las siete cuerdas de su instrumento, añade dos más en honor a su madre. También se le atribuye la invención de la cítara. A él podemos atribuirle el dicho «la música amansa a las fieras» ya que provocaba que incluso las piedras y los árboles y los mismos ríos, que detenían su curso para escucharle, se conmovieran. Fue miembro de los Argonautas y con su canto apaciguaba las aguas e impulsaba el ánimo en los marineros, pero se le atribuyen también grandes hazañas como contrarrestar el canto de las sirenas y encantar al dragón que custodiaba el vellocino de oro.

(Calíope enseñando música a Orfeo – Auguste Alexandre).
No tenemos tantos datos de Eurídice, pero podemos decir que se trata de una dríade de Tracia, es decir, una ninfa de las encinas y, como daímone, su papi era Zeus. Estas semidiosas personifican la belleza y fecundidad de la naturaleza. Eran mortales, aunque su vida duraba muchísimo más que la de los seres humanos. Amaban la danza y la música, tenían un carácter enamoradizo y conquistaban a grandes dioses. A veces enloquecían a quienes trataban de seducirlas y no entendían el no por respuesta (ellas, poderosas) o paralizaban a quienes se bañaban en sus aguas (posesivas también).

(Eurydice – Jean Baptiste Camille Corot).
¿Cuándo y cómo se conocen? Bueno, supongo que siendo ambos del mismo lugar, tampoco era muy difícil. Al final, todos los lugares son una isla. ¿Y qué pasa? Que se enamoran y se casan, ¿cómo sucede todo esto? Pues mira si lo encuentras en alguna parte dímelo porque en ninguno de mis libros está y tengo tres bien gorditos que saltan directamente del casamiento a la tragedia… donde está el centro de la chicha, supongo.
Como en todo mito griego hay varias versiones y nosotros nos vamos a quedar con la de Ovidio. El poeta cuenta que la joven esposa corría entre la maleza y las flores, acompañada de las náyades, libre de todo tipo de preocupaciones, cuando fue mordida por una serpiente y cayó víctima de su propio peso: muerta, su último aliento expirado antes de poder recibir ayuda. Orfeo, cuando se entera, enloquece de dolor.

(Orphee devant la mort d’Eurydice – René Gabriel Ojeda).
No dispuesto a aceptar que el destino de su gran amor, Orfeo se arma tan solo con su música y decide descender al Inframundo para traerla de vuelta o quedarse allí con ella. Por supuesto, intenta lo primero. Así pues, se abre paso entre los condenados, las Erinias y el propio Cerbero haciendo eco con su voz y su lira de los pesares de su corazón. Tanto es su talento, tanto conmueve al mundo de los muertos que gana audiencia con los Reyes. Hades y Perséfone no se muestran indiferentes ante su historia y su pesar, por lo que, con la debida intervención de la reina, permiten que el alma de Eurídice vuelva con Orfeo al mundo de los vivos… con una sola condición impuesta por Perséfone en honor a los ritos de paso.

(Orpheus – Pauls Rubens).
Orfeo NO debe mirar a Eurídice hasta que ambos se encuentren fuera de los dominios de los muertos, pero, aunque desconocemos el motivo (ya sea desconfianza, impaciencia o amor), en el último momento, cuando ya están a punto de salir, Orfeo se gira para mirarla… y Eurídice se desvanece en las tinieblas.


(Orfeo y Eurídice – Michel Martin).
Orfeo queda tan devastado por su fracaso que reniega de las mujeres el resto de su vida… e inventa la homosexualidad masculina. Sí, como lo leen. La homosexualidad masculina tuvo un inventor y un propulsor en la mitología griega. De hecho, sus honras se mueven hacia Helios, abandonando a Dioniso y ganando de esta forma que unas ménades le despedacen y separen su preciosa cabeza del resto de su cuerpo que sigue cantando mientras es arrastrada por el río Hebro hasta que llega flotando a la isla de Lesbos donde la entierran. El resto de su cuerpo es sepultado por las Musas y, como no sabían qué hacer con su lira, le piden a Zeus que la catasterizase.

(The Death of Orpheus – Nicolaes Knüpfer).
¿Ventajas? Su alma va directita a los Campos Elíseos donde por fin se reúne con su amada.






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