(Rapto de Helena – Luca Giordano).
Así como lo leen. Si bien es cierto que el conflicto de diez años fue desencadenado por el rapto de la esposa de un rey, la realidad es que todo formaba parte de una intrincada estrategia que ni Eris con su manzana y mucho menos Paris cegado por la belleza del juicio de las tres diosas pudo prever. ¿Y quién fue el hábil propulsor que no estratega? Zeus. La estrategia se la debemos a otro dios, uno de los hijos de Nyx.
Todo comienza con Gea quejándose por todos los mortales que viven en su superficie y que, además, lo hacen irrespetuosamente sin cuidarla ni valorarla, sintiéndose dueños de todo cuanto abarcan. Zeus, que obviamente no puede resistirse a 1) una petición de su abuela y 2) una excusa para matar a unos cuantos miles de humanos, acepta. Su principal idea es mandar diluvios y rayos (¿les suena? Hola, diluvio universal. Hola, Noé). Como dije, la parte estratega no es su fuerte.
Todo habría terminado bastante rápido, pero Moro, que es un criticón, usó todo su desprecio para dejar caer que tremenda mierda de plan, Zeus, y propone una forma de acción más sutil para causar un conflicto bélico entre Europa y Asia. Algo que será recordado por cada persona sobre la faz de la tierra y todas cuantas vengan después. No se equivocaba, por otra parte. TODO ES UNA CONSPIRACIÓN con dos fases: la primera, Tetis tiene que casarse con un mortal (Peleo) y Zeus debe engendrar una hija de gran belleza (Helena).
El bodorrio es un acontecimiento TAN, pero TAN grande, que hasta Hestia abandona el Olimpo y acude para presenciarlo. Suceden UN MONTÓN DE COSAS, pero UN MONTÓN, así que nos vamos a centrar solo en las que son importantes para el asunto que nos atañe hoy: la guerra de Troya. Los dos pasos principales propuestos por Moro ya se habían llevado acabo, ahora Eris, la discordia, debía terminar de sembrar los hilos por los que correrían nuestros protagonistas y arroja delante de Hera, Afrodita y Atenea una manzana de oro marcada con la inscripción «para la más bella».

(Las bodas de Tetis y Peleo – Jacques Jordaens).
Teniendo en cuenta las diosas de las que estamos hablando no creo que sea necesario aclarar la que se lía… se lía muchísimo, pollito. Y Zeus decide que, por mucho plan que tenga y guerra que quiera, esa discusión es demasiado para él por lo que ordena a Hermes que las acompañe al monte Ida para que fueran juzgadas por Paris.
Pero, Yanira, eso no nos aclara cómo Menelao consigue reunir tremendo ejército y asediar Troya durante diez años. Ya llegamos a eso, pero necesitamos dar un pequeño salto en el tiempo para saber algo más de los protagonistas de otra de las trágicas historias de amor de la mitología griega.
Aunque yo no estoy de acuerdo. Esto no es una historia de amor, sino una historia sobre una seducción, un secuestro y unas consecuencias catastróficas.

(Helena de Troya – Evelyn Morgan).
Zeus engendra a Helena con Leda cuando se transforma en cisne, pero el hombre que la crio fue Tindáreo, rey de Esparta. Leda le dio tres hijas a su marido, incluyendo a Clitemnestra, que fue esposa de Agamenón y madre de Cástor y Polideuces (los Dioscuros). Pasando por un episodio de secuestro durante su tierna infancia, a la edad de ocho años, por culpa de Teseo y Píritoo (¿pero a estos qué les pasa?) y que fue rescatada por sus primos Dioscuros, Helena llega a la mayoría de edad con el privilegio de poder elegir a su marido entre un número impresionante de contendientes. Sin embargo, y aquí viene lo más importante del asunto, Odiseo, que estaba allí porque es una vieja cotilla (ya estaba casado con Penélope) y no le molesta ocultarlo, propone que todos los pretendientes juren lealtad al marido que elija Helena y que acudirían en su auxilio en caso de necesidad (secuestro, por ejemplo) para así evitar derramamiento de sangre en caso de discordancia ante la decisión de Helena.
Me gusta mucho esta versión del mito porque se otorga a Helena la capacidad de decisión, se le da una voz que Paris, con los engaños de Eros y Afrodita, le quita para convertirla en un instrumento. De hecho, para quienes lo hayan leído no será una sorpresa, pero en La Ilíada Helena no interviene más que dos veces.

(Castor y Pólux liberando a Helena – Amable Paul Coutan).
Y sí, Helena escoge a Menelao entre TODOS LOS PRETENDIENTES, incluidos Agamenón y el propio Aquiles que aunque realmente no optaban a la mano de la hija de Zeus (el primero por estar ya prometido con Clitemnestra y el segundo por ser demasiado joven) también fueron arrastrados al juramento (el primero lideró los ejércitos contra Troya y el segundo… bueno, ya hemos visto la que lía).
Me apetece cero hablar de Paris, la verdad, pero es importante así que vamos con un pequeño resumen: nace de la unión entre la reina Hécabe y Príamo, pero la reina tiene una visión donde aparece una ciudad en llamas, así que directamente lo relacionan con la caída de Troya. Temiendo que este destino se pudiera cumplir lo abandonan en un monte incapaces de asesinarlo, pero no muere porque lo recogen unos pastores que lo crían. A causa de un toro (es increíble la cantidad de mitos que se pueden contar por un toro) termina metido en unos juegos que se celebran en la ciudad de Troya donde finalmente es reconocido por su hermana Casandra que también tiene el don de la clarividencia y aceptado como hijo de Troya ante la resignación de Príamo.
Regresamos, pues, a la escena del juicio de las tres diosas donde Hera le ofrece influencia real, Atenea éxito en la guerra y Afrodita a la mujer más encantadora como esposa.

(Venus presentando Helena a Paris – Gavin Hamilton).
A los hombres de esta época les gusta poseer y sentirse dueño de las mujeres porque las sienten más como objetos que como seres humanos, así que falla a favor de Afrodita y se gana el odio de las otras dos porque por supuesto llegar a Esparta y aprovecharse de la hospitalidad de Menelao y Helena (quienes habían tenido una hija llamada Hermíone, nueve años tenía entonces) para seducir a esta última y arrebatarla de su hogar y de su familia casi en contra de su voluntad es algo totalmente legítimo en el mundo griego. Por si aún no odian lo suficiente a Paris quiero contarles que él sabía perfectamente, gracias a Héleno y a Casandra, lo que desencadenarían sus egoístas acciones.
Huyen en medio de la noche, consuman su unión en una isla ficticia llamada Cranae y después de un breve descanso llegan a Troya.
La guerra que tanto desea Zeus se pone en marcha.

(Los amores de Paris y Helena – Jacques Louis David).
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