Seguimos con mitología japonesa. Si todavía no has leído la Parte I, aquí tienes el enlace.
La expulsión del Altiplano del Cielo.
Cada uno de los tres hijos de Izanagi gobernó según el mandato de su padre… excepto Susanoo que empezó a llorar tan desconsoladamente y durante tantísimo tiempo que su barba de ocho palmos acabó llegándole al pecho. Su llanto hizo que el terreno alrededor de la frondosa montaña se volviera árido y que los mares y los ríos se secasen. Todo se llenó de deidades malévolas e hicieron nacer un sinfín de calamidades.
Izanagi preguntó a su hijo qué le pasaba, por qué lloraba en lugar de gobernar el país que le correspondía y Susanoo respondió que quería ir al País de las Raíces donde vivía su difunta madre.
Su padre se mostró bastante ofendido y lo echó del país, desterrándolo del Altiplano del Cielo, pero Susanoo decide ir a contarle lo ocurrido a su hermana Amaterasu antes de irse.
Mientras tanto, Izanagi considera que su tarea divina está completa, se construye un lugar de retiro espiritual en la isla de Awaji y vive el reto de su existencia siempre oculto y en silencio (es decir, se fue a vivir el sueño de todo adulto racional).
El conjuro de los dos dioses.
Cuando Susanoo sube al Cielo toooodo comienza a temblar (mares y ríos y montañas) por lo que la diosa del Sol se asusta y piensa que su hermano viene a arrebatarle el poder de su país por lo que recoge su larga melena en dos moños y los sujeta con sarmientos, coge un largo collar de quinientas cuentas y lo pone alrededor de las muñecas y el pelo. A su espalda cuelga una aljaba capaz de albergar mil flechas y a su costado otra capaz de llevar quinientas, también se puso un gran guardabrazos. Pisó con tanta fuerza mientras agitaba el arco que sus piernas parecían hundirse en el suelo y así esperó la llegada de Susanoo.
Susanoo le explica que no tiene malas intenciones pues solo quería contarle lo sucedido con Izanagi y regalarle unas joyas de Yasaka antes de marcharse al país de su madre. Amaterasu le pide una prueba de que ni su corazón ni sus intenciones son perversas.
Acuerdan hacer cada uno un conjuro y tener decendencia. En el caso de Susanoo, si son hembras querrá decir que su corazón es negro e impuro (cómo no, la mujer relacionada con la perversión, increíble que después de tantas mitologías aún me sorprenda), pero si son varones su corazón es rojo y puro.
Se colocó cada uno a un lado del río celestial de Yasu. Amaterasu tomó la espada de diez palmos de su hermano y la dividió en tres partes, las lavó con agua celestial del manantial Manai, masticó la espada rota y las sopló. Del vapor de su aliento nacieron tres diosas.
Susanoo escoge el collar de quinientas cuencas de jade del moño izquierdo de su hermana, las enjuaga en las aguas del mismo manantial, las mastica y las sopla. De su aliento nació el dios Oshi Ho Mimi. Pero no contento, toma también las cuencas del moño derecho y repite el proceso dando como resultado a cinco varones.
De esta forma queda resuelta la apuesta entre los dos hermanos y los hijos de una suben a gobernar al Altiplano del Cielo, mientras que las hijas del otro descienden para gobernar el País Central de Ashihara, la tierra de los mortales.
El eclipse.
La diosa del Sol tenía tres buenos arrozales en el Altiplano del Cielo mientras que los tres arrozales de Susanoo eran estériles (¿quién le manda tener tremenda llantina y cargarse sus terrenos? Aaaaah, pero ahora la culpa es de los demás). Esto causa una profunda envidia en el dios y se propone destruirlos.
En primavera, irrumpe dentro de los arrozales de su hermana rompiendo las divisiones de cada campo, los lindares y cegando las regueras con tierra. En otoño, clavó peines en la tierra y soltó potros píos para que pastaran en medio de los campos. Además, cuando Amaterasu intentó celebrar Acción de Gracias por la primera cosecha esparció excrementos en la sala de ceremonia.
¿Pero no va todavía Amaterasu y lo excusa diciendo que no quería que se desperdiciara la tierra o que los excrementos serían su vómito de borracho?
Evidentemente la violencia de Susanoo va en crescendo y un día que estaba su hermana tejiendo tranquila en su sala unos vestidos para ofrecer a los dioses, abre un agujero en el tejado y arroja al interior un caballo desollado. Amaterasu se pega el susto de vida (normal) y se daña con la lanzadera de telar.
Indignada se marca un pues me enfado y no respiro, encerrándose en la Caverna del Cielo. El mundo del Altiplano se queda a oscuras y el mundo del País Central se sume en tinieblas. Ya no hay alternancia entre el día y la noche y el mundo se llenó de voces de espíritus malignos.
La caverna del cielo.
Los ocho millones de deidades deciden que no puede continuar así porque el mal se está expandiendo por todo el territorio y se congregan a orillas del río celestial Yasu para decidir qué hacer.
Congregan al dios Omohi Kane por su sabiduría e ingenio. Este, a su vez, reúne a todos los gallos del mundo y los puso a cantar sin cesar a la misma hora cual director de orquesta. Mientras tanto pone a trabajar a varios dioses en la fabricación de un espejo de ocho palmos de largo y un gran rosario de jade en forma de cuernecillo.
Otros dioses quemaron la paletilla de ciervo del monte celestial de Kagu con un trozo de madera de abedul para consultar al oráculo. Siguiendo sus instrucciones arrancaron una raíz del árbol sagrado sakaki, colgaron el largo rosario, en las ramas de en medio colgaron el gran espejo y en las ramas más bajas ataron dos telas, una blanca de algodón y otra azul de lino.
Uno de los dioses alzó estos elementos como ofrenda, otro los bendijo con palabras sagradas y el dios Tajikara se ocultó al lado de la Caverna del Cielo.
La diosa Uzume se arremangó la túnica y la cabellera y empuñó una ramita de bambú, empezó a bailar pataleando más y más hasta producir un sonido ensordecedor con el cubo sobre el que estaba. En el frenesí, la diosa entró en trance y dejó que se le soltara la túnica mostrando sus partes íntimas. Los ocho millones de dioses empezaron a reír al unísono. Sus carcajadas produjeron tal estruendo que el Altiplano del Cielo tembló lo suficiente para causar la curiosidad en Amaterasu que pensaba que desde su marcha todo era oscuridad y tinieblas y que no habría motivos para reír (ella, la menos egocéntrica).
Como el espejo estaba delante de la caverna la diosa se sorprendió por la imagen de todos los dioses festejando entre risas y fue saliendo poco a poco de la cueva, Tajikara aprovechó ese momento para agarrar a la diosa del Sol de la mano y sacarla por completo de la caverna. Otro dios aprovechó para pasar una cuerda de paja y sellar así el lugar para no volver a renunciar a la luz nunca más.

La segunda expulsión del dios Susanoo.
Los ocho millones de dioses encuentran culpable a Susanoo de la pérdida de luz en el mundo por lo que le imponen una serie de condenas:
- debe entregar mil mesas de ofrendas.
- con las uñas de sus manos elaboran objetos que traen mala suerte a las personas.
- con las uñas de sus pies crean objetos que atraen desastres naturales.
- no vivir en el Altiplano del Cielo ni en el País Central de Ashihara, sino en el Mundo de Ultratumba.
Al ser desterrado experimentó la temporada de lluvias por lo que tuvo que cortar hierba y juncos para hacerse una capa y un sombrero para hacer el viaje, pero el viento y la lluvia eran violentos y el dios sufrió muchas penalidades en su camino al Mundo de Ultratumba.
Sin embargo, a medio camino decide que quiere ver a su hermana Amaterasu para despedirse quien es informada por la diosa Uzume y resuelve ponerse la armadura de un guerrero porque está segura de que Susanoo no viene con buenas intenciones y quiere recibirlo en condiciones de presentar batalla. Contra todo pronóstico, el dios infame lo único que quiere es verla por última vez y pedirle que ilumine su camino para llegar seguro a su destino.
La espada Kusanagi y la invención de la poesía.
Cuando Susanoo descendió y llegó a Silla decidió que no quería vivir en ese lugar por lo que moldeó un barco usando arcilla y navegó y navegó hasta que llegó al monte Torikami donde puso especial empeño en buscar más habitantes.
Halló de esta forma a dos dioses ancianos que lloraban desconsoladamente y cuando les preguntó a qué se debía le contaron que en un principio tenían ocho hijas, pero que de vez en cuando aparecía una monstruosa serpiente con ocho cabezas que las devoraba. Así pues se acercaba el día en que vendría a por la última hija viva.
Susanoo pide al dios Ashina Zuchi que su última hija sea su esposa, después de presentarse debidamente, acepta, por lo que para protegerla la convierte en una peineta que coloca en su moño y la instrucciones precisas para derrotar al monstruo:
- preparar un aguardiente que fermente ocho veces.
- levantar una valla en círculo con ocho puertas.
- sobre cada puerta colocar un barril de aguardiente.
Así hicieron los dioses ancianos y la serpiente no tardó en aparecer con sus ocho cabezas, sus ocho colas y sus múltiples ojos rojos, se dirigió directamente a los barriles y devoró el aguardiente cayendo dormida después.
Susanoo desenvainó su espada y se dedicó a cortar en pedazos a la serpiente ebria, no tardó en llenarse de sangre el río Hi. Sin embargo, cuando quiso cortar el estómago su propia espada se rompió. Susanoo, extrañado, extrajo de las tripas del monstruo la maravillosa y larga espada Kusanagi que al ser divina decidió entregársela a su hermana Amaterasu.
Prosigue Susanoo su viaje con su prometida, Kushi Nada Hime, futura madre de Okuni Nushi. Y se establecen en la provincia de Izumo que resulta ser un terreno árido, de nuevo, cosa que no le parece bien al dios pues pensando en su hijo le gustaría que heredase una tierra frondosa y próspera, así que se arranca los pelos de la barba, del pecho, de los genitales y de las cejas y los disemina por la tierra. Estos pelos se convierten en árboles que a su vez les da madera con la que construyen navíos, sarcófagos e incluso palacios.







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