En este punto se juntan dos elementos que solo son capaces de desarrollar la inminente catástrofe: 1) el odio y el rencor que siente Loki hacia Baldr porque repudia todo lo que el dios representa y 2) la tristeza y la envidia de Hodr, su hermano gemelo, al darse cuenta de que todos se están divirtiendo y que él no puede unirse por su ceguera.

(Each arrow overshot his head – Elmer Boyd Smith).

Está claro que Loki se aprovecha tanto de los sentimientos de Hodr como de la información proporcionada por Frigg. Primero, acude a donde el muérdago está creciendo en la puerta y con sus artes mágicas lo hace crecer lo suficiente hasta que el tallo es grueso y puede elaborar un venablo con él. Volvió a Idavöllr sin premura para susurrar al oído de Hodr, fingiendo interés por sus preocupaciones y su melancolía (como Grima lengua de serpiente en El Señor de los Anillos, ajá) le relató el juego tan divertido que estaban llevando a cabo y el dios respondió que lo único que le impedía participar era su ceguera. A lo que Loki, con toda la buena intención del mundo para sus propios intereses, se ofreció a ayudar con la puntería. Depositó en las manos de Hodr el venablo elaborado con la madera del muérdago, le condujo en medio dl círculo que habían formado los dioses, le indicó dónde se encontraba Baldr y Hodr disparó su arma. Esperaba recibir las mismas carcajadas que había estado escuchando mientras los demás jugaban, pero a cambio solo obtuvo un alarido profundo de dolor que sumió todo el campo de juego en un profundo silencio.

Baldr el hermoso, la luz, había caído muerto atravesado por el fatídico muérdago y aunque pronto todos los dioses acudieron a su lado para intentar ayudar, la realidad es que su último aliento ya había sido expirado. Más rápido fueron Odín y Frigg ya que ambos prometieron que amarían profundamente a aquel que se internara en los reinos de los muertos para tratar de recuperar el alma de su amado hijo. Hermod fue el único que dio un paso adelante y se ofreció a ir con premura, por si no fuera poco, el padre de los dioses le prestó a Sleipnir y mientras el mensajero d los dioses cumplía con su misión, Odín trasladaba el cuerpo de Baldr a Breidablik donde talaron parte de los hermosos pinos para construir una pira digna que establecieron sobre la cubierta del drakkar de Baldr, Ringhorn.

La decoraron con tapices, joyas, flores, armas, vasijas… todo lo que dictaba la tradición y más pues cada dios puso un objeto que fuera importante para él: por ejemplo, Odín puso su anillo mágico Draupnir. Sacrificaron también a sus caballos y a sus perros y, cuando Nanna contempló a su esposo sobre la pira, cayó fulminada de dolor a su lado, por lo que el resto de los dioses la acomodaron junto a su amado.

Hizo falta llamar a la giganta Hyrrokin para que moviera la embarcación pues estaba tan llena que ninguno fue capaz de arrastrarla por la orilla hasta hacerla navegar. Una vez que el drakkar estuvo sobre las aguas del mar, Thor voló hasta la misma para consagrar la pira funeraria con su martillo.

(Últimas palabras de Odín a Baldr – W. G. Collingwood).

Mientras el Valhalla se vestía de duelo, la única que realmente guardaba una esperanza era Frigg que aguardaba la vuelta de Hermod. Sin embargo, este no alcanzó su objetivo hasta la décima noche de viaje que por fin llegó a la sala de banquetes de Hela donde encontró a Baldr y a Nanna sentados a la mesa de la diosa. En vano informó Hermod a su hermano de que había venido a rescatarlo, pero Baldr le imploró que se llevara a Nanna de vuelta a casa, petición a la que la diosa se negó con energía. Al final, Hermod tuvo que acudir a la propia Hela para suplicar por la liberación del dios del sol.

(Hermod’s Farewell to Baldur – George Percy Jacomb Hood).

Escuchando Hela la petición en labios de Hermod, pero sabiendo que venía de parte de todos los dioses nórdicos, consintió liberarlo siempre y cuando todos los seres vivos e inertes mostraban dolor por su pérdida derramando una lágrima. Considerando que esa oferta era mejor que nada y que no sería muy difícil, Hermod aceptó las condiciones y salió presuroso, no sin que antes Baldr le devolviera el anillo mágico Draupnir para que Odín comprendiera que el mensajero había cumplido con su misión de encontrarlo.

Al Norte, al Sur, al Este y al Oeste cabalgaron los heraldos de los dioses asegurando que cada ser sentía el dolor de la pérdida de Baldr, tanta era la pena que incluso los metales y las piedras derramaron lágrimas por el dios. Sin embargo, la última esperanza escapó entre los dedos de los dioses cuando una giganta llamada Thok se negó rotundamente pues consideraba que si por ella fuera Hela podía quedarse con el alma de Baldr por toda la eternidad. Cosa que sin duda hizo porque la condición estaba clara. Los dioses se sumieron entonces en la desesperación y el siguiente paso con el que ocuparían sus mentes sería la venganza.

Rhinda dio a luz a Vali, del que hablamos anteriormente, cuya concepción era tan importante para Odín porque sería el que restauraría su honor al matar al asesino de su hijo Baldr. Dicho y hecho, una vez que rápidamente alcanzó la madurez, Vali el vengador, entró en Asgard y mató a Hodr con una sola flecha. Así, el crimen de sangre estaba pagado de acuerdo al código de honor de los nórdicos.

Respecto al culto de Baldr, podemos decir que era venerado en el solsticio de verano como dios de la luz, pues esa misma fecha es considerada el día de su muerte y de su descenso a la tierra de los muertos. La gente se reunía para hacer fogatas y contemplar el Sol.

(Baldur – Jacques Reich).


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2 respuestas a “Baldr y el pecado más grande de Loki.”

  1. […] porque para hablar del crimen voluntario que supuso la muerte de Baldr tenemos esta entrada y esta otra. La sentencia de los dioses, al comprobar que nada bueno quedaba ya en Loki, fue el destierro […]

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  2. […] más importante fue que Baldr se abrió paso desde el oscuro mundo inferior y junto con su hermano Hodur, con quien ya se había reconciliado, se alzaron para reunir a todos los supervivientes en Gimli, […]

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