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Nephthys «la Protectora».

Se trata de la hija más joven de Nut, hermana de Osiris, de Isis y de Seth, además de esposa de este último si bien es cierto que no fue manchada por su reputación de oveja negra ya que, repudiándolo, siempre que pudo ayudó a Isis.

Casi siempre, por no decir siempre, fue representada junto a Isis reforzando de esta manera la creencia de que los egipcios trataban de concebir el mundo en términos duales como ya vimos con los propios Osiris y Seth. Sin embargo, mientras que ellos dos fueron enemigos, las hermanas eran más vistas como compañeras.

Nephthys adopta características de su esposo, representa la muerte y la decadencia frente a la vida y el nacimiento de Isis; lo invisible frente a lo visible; la vinculación con la noche y la oscuridad frente al día y la luz de su hermana y era imposible considerar a la una sin la otra.

Ayudó a recolectar los trozos perdidos de Osiris después de ser desmembrado por Seth y arrojado al Nilo; estuvo presente durante su resurrección y se le representó de pie detrás de Osiris, junto a Isis; protegía los órganos del muerto y los vasos en los que se depositaban durante la momificación.

Era representada como una mujer con un peinado coronado por el signo jeroglífico de su nombre que significa Señora de la casa, tiene forma rectangular y parece un altar con algo similar a un plato o una cesta de mimbre sobre él.

Es la protagonista de unos de los mitos más escandalosos de la Enéada pues parece que ella y Osiris fueron amantes que Seth descubrió cuando Osiris perdió una guirnalda que se le cayó durante el cortejo. De este mito nace la teoría de que Anubis en realidad es hijo suyo.

No fue adorada de forma individual, pero su representación fue importante en los rituales a Osiris donde dos sacerdotisas vírgenes hacían cosplay de ambas hermanas para rendir homenaje al dios del mundo subterráneo mientras golpeaban tambores y cantaban himnos al dios.

Shu, «el Capitán de la Tripulación», y Tefnut, «la Señora de la Llama».

No fui concebido por ninguna forma de concepción. Mi padre Atumn me escupió con la saliva de su boca junto a mi hermana Tefnut.

Ella surgió después de mí, cuando yo fui envuelto en aliento de vida que procede de la garganta del fénix.

Yo soy Shu, Padre de los Dioses. Yo soy el que convierte la oscuridad en luz para ella cuando me encuentra como el hombre que sostiene.

Shu era representado normalmente con rasgos humanos. Sobre su cabeza lleva una pluma de avestruz, grande y ligera, un emblema apropiado para un dios del aire. Señor del espacio existente entre la tierra y el cielo, sosteniendo este último con sus manos. Era la luz que terminaba con la oscuridad que reinaba en el caos antes de la creación y la personificación del viento del norte que refresca las casas en el verano y empuja las falucas (embarcaciones de vela con un solo mástil), por esto en los textos de los sarcófagos recibe el título el Capitán de la tripulación. Compañero equiparable de Ra se conocía también como la brisa del amanecer que anuncia la llegada del sol.

Encontramos la figura de Shu no solo en los relieves donde aparece separando a sus hijos, Geb y Nut, sino también en amuletos y en figuras.

En el Libro de los Muertos dicen que Shu y Tefnut comparten la misma alma, el mismo espíritu. Por lo que ella era el principio femenino en Shu y fue considerada la diosa de la humedad, el origen del rocío en un universo joven que apenas comenzaba a andar. Como ya vimos en la entrada anterior Ra tuvo que crear un segundo ojo (la luna) para poder abarcar todo el nuevo universo y, a menudo, parece que Tefnut fue vinculada con la luna por lo que en diversas ocasiones la identificaron con el disco del dios solar y por eso recibió el sobre nombre de Señora de la Llama.

Relacionado con su papel como ojo solar de Ra encontramos uno de los mitos más famosos en la cultura egipcia, pues resulta que Tefnut se enfadó muchísimo con su padre (adolescencia lo llaman) e incluso abandonó Heliópolis (¡se fugó!) para ir a Nubia (tremendo viaje se pegó) con un talante muy violento que hizo que se ganara la forma en la que fue representada después. Se convirtió en una leona furiosa que fue el terror de los alrededores no solo por su violencia, sino por su tamaño y el humo y fuego que expulsaba por su nariz y ojos como si se tratara de un dragón pues también se alimentaba de la carne y sangre de sus víctimas. ¿Creen ustedes que Ra acudió a poner fin a la masacre? Sí y no. Sí porque echaba de menos a su hija y no porque no fue él en persona, mandó a las fuerzas del orden, Shu y Thoth, como sus emisarios. Este último se transformó en un babuino que fue capaz de encontrarla, convencerla de que Egipto era un lugar civilizado y calmarla con las historias de los festivales y la alegría de las gente del país.

Consiguieron persuadirla y el viaje de regreso se convirtió en un periodo festivo para todas las poblaciones por las que pasaron y los acompañaron diversas personas junto con babuinos y bufones, a medida que la diosa penetraba más en el territorio egipcio fue perdiendo su ferocidad y su carácter se volvió más apacible y sumiso. ¿Se trata de una metáfora del poder civilizador de la cultura? Sí. ¿De otro triunfo de la luz sobre la oscuridad? También.

Por esto, fue representada en numerosas ocasiones o bajo la forma de una mujer que llevaba el disco solar rodeado por una cobra o con cuerpo de mujer y cabeza de leona, esta última es la más común y ocupaba un lugar en el tribunal que se encargaba de juzgar las almas.

Baldr y el pecado más grande de Loki.

En este punto se juntan dos elementos que solo son capaces de desarrollar la inminente catástrofe: 1) el odio y el rencor que siente Loki hacia Baldr porque repudia todo lo que el dios representa y 2) la tristeza y la envidia de Hodr, su hermano gemelo, al darse cuenta de que todos se están divirtiendo y que él no puede unirse por su ceguera.

(Each arrow overshot his head – Elmer Boyd Smith).

Está claro que Loki se aprovecha tanto de los sentimientos de Hodr como de la información proporcionada por Frigg. Primero, acude a donde el muérdago está creciendo en la puerta y con sus artes mágicas lo hace crecer lo suficiente hasta que el tallo es grueso y puede elaborar un venablo con él. Volvió a Idavöllr sin premura para susurrar al oído de Hodr, fingiendo interés por sus preocupaciones y su melancolía (como Grima lengua de serpiente en El Señor de los Anillos, ajá) le relató el juego tan divertido que estaban llevando a cabo y el dios respondió que lo único que le impedía participar era su ceguera. A lo que Loki, con toda la buena intención del mundo para sus propios intereses, se ofreció a ayudar con la puntería. Depositó en las manos de Hodr el venablo elaborado con la madera del muérdago, le condujo en medio dl círculo que habían formado los dioses, le indicó dónde se encontraba Baldr y Hodr disparó su arma. Esperaba recibir las mismas carcajadas que había estado escuchando mientras los demás jugaban, pero a cambio solo obtuvo un alarido profundo de dolor que sumió todo el campo de juego en un profundo silencio.

Baldr el hermoso, la luz, había caído muerto atravesado por el fatídico muérdago y aunque pronto todos los dioses acudieron a su lado para intentar ayudar, la realidad es que su último aliento ya había sido expirado. Más rápido fueron Odín y Frigg ya que ambos prometieron que amarían profundamente a aquel que se internara en los reinos de los muertos para tratar de recuperar el alma de su amado hijo. Hermod fue el único que dio un paso adelante y se ofreció a ir con premura, por si no fuera poco, el padre de los dioses le prestó a Sleipnir y mientras el mensajero d los dioses cumplía con su misión, Odín trasladaba el cuerpo de Baldr a Breidablik donde talaron parte de los hermosos pinos para construir una pira digna que establecieron sobre la cubierta del drakkar de Baldr, Ringhorn.

La decoraron con tapices, joyas, flores, armas, vasijas… todo lo que dictaba la tradición y más pues cada dios puso un objeto que fuera importante para él: por ejemplo, Odín puso su anillo mágico Draupnir. Sacrificaron también a sus caballos y a sus perros y, cuando Nanna contempló a su esposo sobre la pira, cayó fulminada de dolor a su lado, por lo que el resto de los dioses la acomodaron junto a su amado.

Hizo falta llamar a la giganta Hyrrokin para que moviera la embarcación pues estaba tan llena que ninguno fue capaz de arrastrarla por la orilla hasta hacerla navegar. Una vez que el drakkar estuvo sobre las aguas del mar, Thor voló hasta la misma para consagrar la pira funeraria con su martillo.

(Últimas palabras de Odín a Baldr – W. G. Collingwood).

Mientras el Valhalla se vestía de duelo, la única que realmente guardaba una esperanza era Frigg que aguardaba la vuelta de Hermod. Sin embargo, este no alcanzó su objetivo hasta la décima noche de viaje que por fin llegó a la sala de banquetes de Hela donde encontró a Baldr y a Nanna sentados a la mesa de la diosa. En vano informó Hermod a su hermano de que había venido a rescatarlo, pero Baldr le imploró que se llevara a Nanna de vuelta a casa, petición a la que la diosa se negó con energía. Al final, Hermod tuvo que acudir a la propia Hela para suplicar por la liberación del dios del sol.

(Hermod’s Farewell to Baldur – George Percy Jacomb Hood).

Escuchando Hela la petición en labios de Hermod, pero sabiendo que venía de parte de todos los dioses nórdicos, consintió liberarlo siempre y cuando todos los seres vivos e inertes mostraban dolor por su pérdida derramando una lágrima. Considerando que esa oferta era mejor que nada y que no sería muy difícil, Hermod aceptó las condiciones y salió presuroso, no sin que antes Baldr le devolviera el anillo mágico Draupnir para que Odín comprendiera que el mensajero había cumplido con su misión de encontrarlo.

Al Norte, al Sur, al Este y al Oeste cabalgaron los heraldos de los dioses asegurando que cada ser sentía el dolor de la pérdida de Baldr, tanta era la pena que incluso los metales y las piedras derramaron lágrimas por el dios. Sin embargo, la última esperanza escapó entre los dedos de los dioses cuando una giganta llamada Thok se negó rotundamente pues consideraba que si por ella fuera Hela podía quedarse con el alma de Baldr por toda la eternidad. Cosa que sin duda hizo porque la condición estaba clara. Los dioses se sumieron entonces en la desesperación y el siguiente paso con el que ocuparían sus mentes sería la venganza.

Rhinda dio a luz a Vali, del que hablamos anteriormente, cuya concepción era tan importante para Odín porque sería el que restauraría su honor al matar al asesino de su hijo Baldr. Dicho y hecho, una vez que rápidamente alcanzó la madurez, Vali el vengador, entró en Asgard y mató a Hodr con una sola flecha. Así, el crimen de sangre estaba pagado de acuerdo al código de honor de los nórdicos.

Respecto al culto de Baldr, podemos decir que era venerado en el solsticio de verano como dios de la luz, pues esa misma fecha es considerada el día de su muerte y de su descenso a la tierra de los muertos. La gente se reunía para hacer fogatas y contemplar el Sol.

(Baldur – Jacques Reich).

Baldr, el amado por todos… o no.

(Tableau from the final scene of Balders Død – Peter Cramer).

Odín y Frigg tienen dos hijos gemelos tan distintos entre sí como solo dos niños pueden serlo: Hödr, dios de las tinieblas, era sombrío, taciturno y ciego como la oscuridad que simbolizaba; mientras que su hermano Baldr era venerado como el puro y radiante dios de la luz y de la inocencia.

El lugar de residencia de Baldr es el palacio de Breidablik donde nada sucio o vulgar era admitido jamás entre sus paredes. Allí vivió en perfecta armonía con su joven esposa Nanna (flor), hija de Nip (brote). Era versado en la ciencia de las runas, conocía las diversas virtudes de las plantas (la manzanilla era llamada la frente de Baldr porque sus flores eran tan puras como sus sienes). Lo único oculto a los ojos del dios era su destino final y es eso mismo lo que desencadena la serie de acontecimientos que precipitan el Ragnarök de forma inevitable.

(Baldr secretly watches Nanna bathing – Louis Moe).

Empieza con una serie de sueños, aunque quizás deberíamos denominarlos pesadillas dada la naturaleza de estos, que eran oscuros y opresivos, pero que Baldr no podía recordar al despertar. Sin embargo, la sensación fue tan desalentadora que cambiaron el carácter del dios y el resto de sus compañeros comenzaron a darse cuenta pues la luz de sus ojos azules se apagó, el abatimiento cubrió su rostro y su andar se volvió lento y pesado. Odín y Frigg lo interrogaron hasta obtener la verdad.

Por supuesto, los reyes de los dioses no iban a permitir que el destino de su hijo más querido fuera tan oscuro, así que se prometieron que nada dañaría a Baldr y llevaron a cabo dos cursos de acción diferente:

Por una parte, Frigg viajó por el mundo haciendo jurar a todo ser vivo e inerte sobre la faz de la realidad para que jurase que nunca jamás dañarían a Baldr. Fue cuestión de mala suerte o un descuido considerar que el muérdago no fuera lo suficientemente peligroso pues no se le exigió el mismo juramento ya que crecía pequeño al borde de las puertas del Valhalla.

(Balder und Nanna – F. W. Heine).

Por otra parte, Odín decide buscar a una profetiza ya muerta en los reinos del Niflheim y mientras viaja por el reino de los muertos se da cuenta de que están preparando un gran banquete, así que apura el paso hasta que encuentra la tumba que busca y la despierta de su letargo. Se identifica como Vegtman, hijo de Valtam, pues no le conviene que sepa su identidad si quiere respuestas y la primera pregunta es sobre a quién están esperando para el banquete:

Hödr allí enviará a su glorioso hermano;

él de Baldr será el funesto asesino

y al hijo de Odín de vida privará.

Persuade a la vala para que siga hablando pues necesita saber quién vengará al dios muerto y haría pagar al asesino porque para los nórdicos la venganza era un deber sagrado; una vida por otra. Coincide la respuesta de ella con la profecía hecha por Rossthiof:

En cavernas muy distantes, tras los ardientes brazos de Odín,

un maravilloso hijo Rindha dará que no peinará su cabello negro

ni lavará su rostro en el arroyo ni verá el último rayo solar del día

hasta no sonreír sobre el cadáver de Hödr ardiendo en su pira funeraria.

(Odin and the Völva – Lorenz Frølich).

¿Y quién es ese hijo? Sí, lectores y lectoras, Vali, el que alarga los días. Sin embargo, Odín no es capaz de averiguar la última parte de sus temores porque evidencia un conocimiento de futuro que ningún ser vivo podría poseer y la profetisa adivina su identidad, por lo que el dios se resigna y lleno de tristeza retorna a Asgard. Pero gran parte de su preocupación se dispersa cuando Frigg le pone al día sobre los avances que hizo durante su viaje, por lo que deja de lado sus inquietudes y se abandona a la buena vida de dios nórdico.

Así que están todos los dioses un día cualquiera tan tranquilos y aburridos en Idavöllr, el campo de juegos, y deciden que es buena idea demostrar que efectivamente nada puede dañar a Baldr, así que se entretuvieron lanzando contra él todo tipo de armas (hombres, de verdad) comprobando que, efectivamente, nada se atrevía a tocarlo y resultó ser tan divertido que los estallidos de alegría y las carcajadas fueron frecuentes.

(Frigg hilando las nubes – J. C. Dollman)

Llaman así la atención de Frigg que se encontraba tejiendo en Fensalir y al ver que una anciana pasaba cerca de su morada le pregunta por lo que está sucediendo. Esta anciana no es otra que Loki disfrazado quien le cuenta que los dioses están vaciando la armería para comprobar si existe algún arma que no dañe a Baldr y como los dioses son así de confiados pues ¿no va la señora y se lo cuenta todo? Pero todo, todo, desde el tratado hasta que el muérdago fue el único que no lo juró, PERO, SEÑORA. Me estresan, de verdad.

Pero como ya me he extendido demasiado, debo dejar esta historia medias. Si quieres conocer el destino de Baldr y las tretas de Loki nos vemos la semana que viene.