(Tableau from the final scene of Balders Død – Peter Cramer).
Odín y Frigg tienen dos hijos gemelos tan distintos entre sí como solo dos niños pueden serlo: Hödr, dios de las tinieblas, era sombrío, taciturno y ciego como la oscuridad que simbolizaba; mientras que su hermano Baldr era venerado como el puro y radiante dios de la luz y de la inocencia.
El lugar de residencia de Baldr es el palacio de Breidablik donde nada sucio o vulgar era admitido jamás entre sus paredes. Allí vivió en perfecta armonía con su joven esposa Nanna (flor), hija de Nip (brote). Era versado en la ciencia de las runas, conocía las diversas virtudes de las plantas (la manzanilla era llamada la frente de Baldr porque sus flores eran tan puras como sus sienes). Lo único oculto a los ojos del dios era su destino final y es eso mismo lo que desencadena la serie de acontecimientos que precipitan el Ragnarök de forma inevitable.
(Baldr secretly watches Nanna bathing – Louis Moe).
Empieza con una serie de sueños, aunque quizás deberíamos denominarlos pesadillas dada la naturaleza de estos, que eran oscuros y opresivos, pero que Baldr no podía recordar al despertar. Sin embargo, la sensación fue tan desalentadora que cambiaron el carácter del dios y el resto de sus compañeros comenzaron a darse cuenta pues la luz de sus ojos azules se apagó, el abatimiento cubrió su rostro y su andar se volvió lento y pesado. Odín y Frigg lo interrogaron hasta obtener la verdad.
Por supuesto, los reyes de los dioses no iban a permitir que el destino de su hijo más querido fuera tan oscuro, así que se prometieron que nada dañaría a Baldr y llevaron a cabo dos cursos de acción diferente:
Por una parte, Frigg viajó por el mundo haciendo jurar a todo ser vivo e inerte sobre la faz de la realidad para que jurase que nunca jamás dañarían a Baldr. Fue cuestión de mala suerte o un descuido considerar que el muérdago no fuera lo suficientemente peligroso pues no se le exigió el mismo juramento ya que crecía pequeño al borde de las puertas del Valhalla.
(Balder und Nanna – F. W. Heine).
Por otra parte, Odín decide buscar a una profetiza ya muerta en los reinos del Niflheim y mientras viaja por el reino de los muertos se da cuenta de que están preparando un gran banquete, así que apura el paso hasta que encuentra la tumba que busca y la despierta de su letargo. Se identifica como Vegtman, hijo de Valtam, pues no le conviene que sepa su identidad si quiere respuestas y la primera pregunta es sobre a quién están esperando para el banquete:
Hödr allí enviará a su glorioso hermano;
él de Baldr será el funesto asesino
y al hijo de Odín de vida privará.
Persuade a la vala para que siga hablando pues necesita saber quién vengará al dios muerto y haría pagar al asesino porque para los nórdicos la venganza era un deber sagrado; una vida por otra. Coincide la respuesta de ella con la profecía hecha por Rossthiof:
En cavernas muy distantes, tras los ardientes brazos de Odín,
un maravilloso hijo Rindha dará que no peinará su cabello negro
ni lavará su rostro en el arroyo ni verá el último rayo solar del día
hasta no sonreír sobre el cadáver de Hödr ardiendo en su pira funeraria.
(Odin and the Völva – Lorenz Frølich).
¿Y quién es ese hijo? Sí, lectores y lectoras, Vali, el que alarga los días. Sin embargo, Odín no es capaz de averiguar la última parte de sus temores porque evidencia un conocimiento de futuro que ningún ser vivo podría poseer y la profetisa adivina su identidad, por lo que el dios se resigna y lleno de tristeza retorna a Asgard. Pero gran parte de su preocupación se dispersa cuando Frigg le pone al día sobre los avances que hizo durante su viaje, por lo que deja de lado sus inquietudes y se abandona a la buena vida de dios nórdico.
Así que están todos los dioses un día cualquiera tan tranquilos y aburridos en Idavöllr, el campo de juegos, y deciden que es buena idea demostrar que efectivamente nada puede dañar a Baldr, así que se entretuvieron lanzando contra él todo tipo de armas (hombres, de verdad) comprobando que, efectivamente, nada se atrevía a tocarlo y resultó ser tan divertido que los estallidos de alegría y las carcajadas fueron frecuentes.
(Frigg hilando las nubes – J. C. Dollman)
Llaman así la atención de Frigg que se encontraba tejiendo en Fensalir y al ver que una anciana pasaba cerca de su morada le pregunta por lo que está sucediendo. Esta anciana no es otra que Loki disfrazado quien le cuenta que los dioses están vaciando la armería para comprobar si existe algún arma que no dañe a Baldr y como los dioses son así de confiados pues ¿no va la señora y se lo cuenta todo? Pero todo, todo, desde el tratado hasta que el muérdago fue el único que no lo juró, PERO, SEÑORA. Me estresan, de verdad.
Pero como ya me he extendido demasiado, debo dejar esta historia medias. Si quieres conocer el destino de Baldr y las tretas de Loki nos vemos la semana que viene.