No fui concebido por ninguna forma de concepción. Mi padre Atumn me escupió con la saliva de su boca junto a mi hermana Tefnut.
Ella surgió después de mí, cuando yo fui envuelto en aliento de vida que procede de la garganta del fénix.
Yo soy Shu, Padre de los Dioses. Yo soy el que convierte la oscuridad en luz para ella cuando me encuentra como el hombre que sostiene.


Shu era representado normalmente con rasgos humanos. Sobre su cabeza lleva una pluma de avestruz, grande y ligera, un emblema apropiado para un dios del aire. Señor del espacio existente entre la tierra y el cielo, sosteniendo este último con sus manos. Era la luz que terminaba con la oscuridad que reinaba en el caos antes de la creación y la personificación del viento del norte que refresca las casas en el verano y empuja las falucas (embarcaciones de vela con un solo mástil), por esto en los textos de los sarcófagos recibe el título el Capitán de la tripulación. Compañero equiparable de Ra se conocía también como la brisa del amanecer que anuncia la llegada del sol.
Encontramos la figura de Shu no solo en los relieves donde aparece separando a sus hijos, Geb y Nut, sino también en amuletos y en figuras.

En el Libro de los Muertos dicen que Shu y Tefnut comparten la misma alma, el mismo espíritu. Por lo que ella era el principio femenino en Shu y fue considerada la diosa de la humedad, el origen del rocío en un universo joven que apenas comenzaba a andar. Como ya vimos en la entrada anterior Ra tuvo que crear un segundo ojo (la luna) para poder abarcar todo el nuevo universo y, a menudo, parece que Tefnut fue vinculada con la luna por lo que en diversas ocasiones la identificaron con el disco del dios solar y por eso recibió el sobre nombre de Señora de la Llama.

Relacionado con su papel como ojo solar de Ra encontramos uno de los mitos más famosos en la cultura egipcia, pues resulta que Tefnut se enfadó muchísimo con su padre (adolescencia lo llaman) e incluso abandonó Heliópolis (¡se fugó!) para ir a Nubia (tremendo viaje se pegó) con un talante muy violento que hizo que se ganara la forma en la que fue representada después. Se convirtió en una leona furiosa que fue el terror de los alrededores no solo por su violencia, sino por su tamaño y el humo y fuego que expulsaba por su nariz y ojos como si se tratara de un dragón pues también se alimentaba de la carne y sangre de sus víctimas. ¿Creen ustedes que Ra acudió a poner fin a la masacre? Sí y no. Sí porque echaba de menos a su hija y no porque no fue él en persona, mandó a las fuerzas del orden, Shu y Thoth, como sus emisarios. Este último se transformó en un babuino que fue capaz de encontrarla, convencerla de que Egipto era un lugar civilizado y calmarla con las historias de los festivales y la alegría de las gente del país.

Consiguieron persuadirla y el viaje de regreso se convirtió en un periodo festivo para todas las poblaciones por las que pasaron y los acompañaron diversas personas junto con babuinos y bufones, a medida que la diosa penetraba más en el territorio egipcio fue perdiendo su ferocidad y su carácter se volvió más apacible y sumiso. ¿Se trata de una metáfora del poder civilizador de la cultura? Sí. ¿De otro triunfo de la luz sobre la oscuridad? También.
Por esto, fue representada en numerosas ocasiones o bajo la forma de una mujer que llevaba el disco solar rodeado por una cobra o con cuerpo de mujer y cabeza de leona, esta última es la más común y ocupaba un lugar en el tribunal que se encargaba de juzgar las almas.







Replica a Geb, «el Cacareador», y Nut, «la que con el pelo trenzado da vida a los dioses». | LA PARADOJA LITERARIA Cancelar la respuesta