Todas las culturas antiguas sienten un gran respeto y una gran necesidad de rendir homenaje al renacer de la naturaleza, desde la aparición del sol a la llegada de la primavera o de la crecida, hasta la sustitución del rey a su muerte para alcanzar la vida eterna. Así como la continuación de la vida y los misterios de la resurrección fueron de gran importancia para la población. Por supuesto, la mitología egipcia no se queda atrás, como ya hemos podido observar en todas las entradas publicadas hasta el momento (puedes consultarlas aquí), y es rica en dioses y mitos relacionados con la regeneración. Tres dioses en concreto estuvieron especialmente vinculados con la fertilidad y cada uno de ellos representaba algún aspecto del rejuvenecimiento.
Hapi.
Desde la frontera en el sur en Abu Simbel hasta el norte de El Cairo, y llegando hasta el mar, se encuentra el elemento más importante de la prosperidad y existencia de la cultura egipcia: el Nilo que fluye por Egipto durante miles de kilómetros. Proporciona vida al desierto y crea una estrecha franja de tierra fértil que provee de agua y comida por lo que la humanidad se asentó a su seno durante milenios y desde su comienzo el río desempeñó una función en la religión y en la mitología: su manifestación más concreta fue la personificación como Hapi.
Creían que vivía en una caverna en la región de la Primera Catarata desde donde las aguas manaban, la crecida anual recibió su nombre. fue representado como un hombre con el pelo largo y los senos pesados de una mujer mayor. Esta forma andrógina representaba la unión de lo masculino y lo femenino para crear vida. Había un Hapi para el río meridional y otro para el norte. El del sur llevaba flores de loto mientras que el del norte usaba flores de papiro. Cuando eran representado como uno solo llevaba ambas flores como representación de la unión del Alto y Bajo Egipto.
Es comparado con Ptah y más tarde con Khnum al pensar en los tres como dioses creadores que dan la vida en la tierra. Sin embargo, tan importante era Hapi que se decía que si en alguna ocasión desapareciera hasta los dioses caerían del cielo y la población perecería.
Khnum.
Era el dios más importante en la isla de Elefantina y tenía su propia tríada formada por su esposa Satis que proveía de agua los rituales de purificación del muerto (fue relacionada con Isis y Hathor) y con su hermana Anuket, la diosa de la sensualidad.
Es representado como un hombre con cabeza de carnero que lleva un cayado y un ankh, a veces, también la corona blanca del Alto Egipto que decoraba con plumas, un disco o cobras. De forma muy excepcional una jarra de agua en representación al Nilo reposaba sobre sus cuernos.
Fue considerado un dios creador pues tenía un torno alfarero donde los egipcios pensaban que modelaba un huevo del que surgía el sol: modelaba a los niños con arcilla y después los implantaba en el vientre de su madre.
Tal vez fuera una combinación de los poderes que crearon el mundo: el sol (Ra), el aire (Shu), el mundo subterráneo (Osiris) y la tierra (Geb), así que a veces era representado también como un hombre con cuatro cabezas de carnero.
Min.
Era representado con los principales atributos de la fertilidad: forma humana, pies juntos y pene erecto, un brazo por encima de la cabeza y otro sosteniendo un mayal. Su tocado suele tener dos plumas de Amón y dos banderolas que cuelgan de su nuca.
Sus principales centros de culto eran Koptos y Panópolis. Fue considerado el dios de la vegetación y un breve mito describe su capacidad de hacer que lloviera en el desierto, durante las tormentas era visible para los mortales.
A él se le atribuye el ritual de regeneración que llevaban acabo los faraones de manera anual para asegurar su fuerza y su rejuvenecimiento y que podemos encontrar en el templo funerario de Ramsés II:
- primera escena, el rey va a la casa de su padre Min, acompañado por sus hijos y sacerdotes.
- segunda escena, el dios era trasladado de su santuario por veinte sacerdotes en una pequeña procesión que incluía al rey, a la reina y un toro blanco.
- tercera escena, el grupo avanza hasta las escaleras de Min donde se deposita la estatua que incitaba al rey a realizar grandes sacrificios.
Los actos comenzaban con el cantico del himno de alabanza mientras el rey corta un haz de trigo con una hoz que simbolizaba la muerte del trigo en el momento de la cosecha. La reina caminaba alrededor de su marido como la representación de Isis mientras pronunciaba un encantamiento para asegurar su renovación. A continuación, sacrificaban el toro blanco: le cortaban la oreja y se la presentaban al rey como recuerdo de su mortalidad; le cortaban el rabo y era presentado a la multitud. El rey andaba en procesión hasta llegar a su esposa a quien abrazaba como símbolo del renacimiento del rey como Min, pues ya había sido restituido en puridad, fertilidad y vitalidad. Por último, se soltaban cuatro pájaros para que llevaran las nuevas buenas por toda la tierra.