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El mundo es un gigante.

(Asgard y el puente Bifröst).

Consideraban los dioses nórdicos que su mitología no era aún lo suficientemente escabrosa, así que después de la derrota de Ymir decidieron descuartizarlo para crear el mundo en el que más tarde habitaron los humanos.

Con su carne criaron la base del mundo, Midgard (el jardín), y lo colocaron en el centro exacto del amplio espacio; usaron las cejas para crear murallas y delimitarlo; la parte sólida quedó rodeada por la sangre y el sudor del gigante que formó el océano; sus huesos se convirtieron en colinas; sus dientes en acantilados y su cabello en árboles y vegetación; el cráneo formó la bóveda celeste sobre la tierra y el mar y sus sesos (sí, sus sesos, por si no era lo suficiente creepy ya) los esparcieron para crear las esponjosas nubes.

Como la bóveda no se sostenía sola, los enanos Nordri (Norte), Sudri (Sur), Austri (Este) y Vestri (Oeste) fueron designados para sostener las cuatro esquinas y, así, también obtenemos los puntos cardinales. Pero estaba todo muy oscuro, así que era necesario hacer la luz y decidieron salpicar la bóveda con chispas del Muspelheim que brillaban firmemente. Sin embargo, la chispa más viva y con más fuerza se reservó para la creación de los astros principales: el sol y la luna.

Y aquí encontramos cierto parecido con la mitología griega, ya que el sol y la luna fueron colocados en preciosos carros tirados por hermosos corceles que, a su vez, manejaban divinos aesir. Sí, en esta parte todo es bonito y hermoso para compensar los párrafos anteriores.

El carro solar era tirado por los corceles Arvak (el madrugador) y Alvisd (el rápido) y manejado por Sól, hija de Mundilfari, hermosa doncella donde las hubiera. Fue necesaria la creación del escudo Svalin (el refrigerador) para que no se quemasen debido a la potencia de los rayos del astro.

El carro lunar, por su parte, lo llevaba el corcel Alsvider (el veloz) y sus riendas las llevaba Máni, hermano de Sól y también hermoso hijo de Mundilfari. Para ellos no hizo falta escudo porque los rayos lunares eran suaves.

Tras ellos, llegó Nótt (la noche) y le confiaron un carro oscuro tirado por un corcel azabache llamado Hrímfaxi, de sus crines la escarcha y el rocío caían a la tierra. Esta diosa se casó tres veces y con cada marido tuvo un hijo con especial relevancia: del primero, Aud; del segundo, Jörd (tierra) y del tercero Delling (aurora), pero nació entonces un cuarto hijo tan hermoso que recibió el nombre de Dagr (día). ¿Saben qué significa eso? Por supuesto, Dagr recibió otro carro (¿no se imaginan el cielo como una carrera? Yo sí) que estaba tirado por Skínfaxi cuyas crines brillaban tanto que la luz llegaba hasta los rincones más recónditos.

Pero como el principio de la mitología nórdica es que el mal siempre se encuentra al acecho surgieron entonces dos feroces lobos llamados Sköll (repulsión) y Hati (odio) con la meta de alcanzar tanto a Máni como a Sól para devorarlos y sumir todo el universo en la oscuridad primigenia de nuevo. Se dice, de hecho, que a veces consiguen atraparlos y que entonces se producen los eclipses y, para liberarlos, la gente alzaba un clamor tan ensordecedor que espantaba a los lobos.

(The Wolves Pursuing Sol and Mani – J. C. Dollman).

Hicieron a Verano e Invierno encargados de las estaciones. El primero era hijo de Svasud (el amable) y heredó el buen humor de su padre siendo así querido por todos. Sin embargo, el segundo era hijo de Vindsual y mortal enemigo del primero.

Decide entonces Alfy que la cosa se estaba expandiendo demasiado sin control y que había mucho libre albedrío entre los mundos por lo que crea un enorme fresno llamado Yggdrasil (el universo) que abarcaba todo y mantenía unidos los diferentes mundos pues iba desde las profundidades más remotas del Niflheim hasta Midgard e incluso pasaba por Asgard que fue creado en la amplia llanura de Idavöllr y al otro lado del río Iving. En este lugar se alojaban los dioses y organizaron un consejo en el que se decidieron dos cosas: 1) que allí nunca se derramaría sangre porque era un lugar de armonía y paz y 2) la creación de una forja para la elaboración de armas y herramientas. Total que el árbol alcanzaba una altura tan grande que su rama más alta tenía nombre, Lerad, y daba sombra al salón de Odín. Un águila se posaba en ella e informaba de todo lo que veía.

El árbol era perenne, así que sus hojas nunca se marchitaban y servía de pasto para la cabra de Odín que daba el hidromiel divino, Heidrún, y a los ciervos de cuyos cuernos manaba la miel que caía a la tierra y proveía el agua de todos los ríos, sus nombres: Dáinn, Dvalinn, Duneyrr y Durathror (dos de estos nombres fueron adaptados por Tolkien para los enanos de la Compañía Escudo de Roble en El Hobbit).

En las raíces más profundas de Yggdrasil, un horrible dragón llamado Nidhogg roe continuamente las raíces ayudado de los gusanos con el único objetivo de matar el árbol pues su muerte significaría la caída de los dioses.

(The Ash Yggdrasil – Friedrich Wilhelm Heine).

Pues resulta que el águila posada en Lerad y el dragón del Hvergelmir se llevan muy, muy mal y se mandan odio por culpa de la rata Ratatosk que se pasa el día de arriba abajo echando leña al fuego porque a chismosa y entrometida no le gana nadie y su objetivo final es provocar una trifulca entre los dos.

Resulta pues que a los aesir se les enciende la bombilla y dicen «coño, es necesario mantener la salud del árbol porque si no nos vamos todos a pique (esto es pa que te mortifiques, mastiques, tragues, tragues, mastiques)» y le otorgan esta tarea a las nornas (las diosas del destino), otra coincidencia con la mitología griega, que cada día lo rociaban con agua sagrada del pozo de Urd. Agua que caía por ramas y hojas y proveía de miel a las abejas. No, aquí no trabajan, aquí una fuente mágica les da la miel.

(Urd, Werdanda, Skuld unter der Welteiche Yggdrasil – Ludwig Burger).

Desde ambos extremos de Niflheim se alzaba el puente Bifröst (arcoíris) hecho de fuego, agua y aire que usaban los dioses para viajar… menos Thor, que tenía miedo de romperlo con la fuerza de sus pisadas. El dios Heimdall vigilaba el puente día y noche manteniendo guardia con su espada y su cuerno Gjallarhorn que emitiría un sonido explosivo con la llegada del Ragnarök.